"Fue un concierto para la anécdota pero que el tiempo ha reivindicado", apuntaba el cantante Miguel Ríos, uno de los más ilustres asistentes al primero de los dos conciertos que ofrecieron en el país, el de la plaza de toros de Las Ventas de Madrid un 2 de julio de 1965, y otro al día siguiente en la Monumental de Barcelona.
Así consta en el documental 'Que vienen los Beatles', con material de la visita filmado por los directores Pedro Costa y Francisco Beltriú como parte de un encargo del NO-DO, el informativo que se proyectaba en las salas de cine antes de las películas durate la dictadura.
Las imágenes al final fueron prohibidas y se mantuvieron inéditas hasta su exhibición por la televisión pública española (RTVE) treinta años después.
"Hubo un contubernio para evitar que España tuviera una reacción similar a la de otros países (...). Había que frenarlo y periodistas se dedicaron a poner en duda la calidad y oportunidad de los Beatles (...), eran como unos pequeños gamberros que no tenían nada interesante", declaraba allí el periodista Carlos Tena, una premisa que defiende ese reportaje disponible en la plataforma de RTVE.
En 1965 se veía la mejora de la situación económica de España, en parte por el fenómeno del turismo, en parte por la entrada de dinero gracias a los trabajadores que emigraron.
En paralelo, comenzaba a desarrollarse una fuerte conciencia política, sobre todo en el ámbito universitario, con concentraciones cada vez más numerosas, y aquellos jóvenes deseosos de cambios encontraron en The Beatles un refugio de optimismo y liberación no solo musical.
Conseguir que visitaran España ya fue contra todo pronóstico, pues no estaba contemplado en su gira por el sur de Europa. Mientras en países como EE.UU. o Reino Unido sus grabaciones superaban el millón de copias, aquí no pasaba de las 4.000 (en gran medida por el exiguo número de tocadiscos en el país).
José Luis Álvarez, de la revista Fonorama, se encargó de convencer a su famoso representante, Brian Epstein, de que si iban a España tendrían un gran éxito. Por otro lado, se comenta que si el régimen franquista accedió a la visita de aquellos 'melenudos' que hacían saltar los principios que había predicado durante más de un cuarto de siglo fue porque la reina Isabel II acababa de condecorarlos.
Con todo, se puso mucho énfasis en mostrar que España no sucumbía a ellos como otros lugares, por ejemplo a su llegada al aeropuerto de Madrid la policía les llevó por un recorrido alternativo evitando a los seguidores desolados que en muchos casos habían tenido que caminar hasta allí.
A la rueda de prensa organizada después en su hotel en Madrid solo pudieron asistir periodistas con el carné que facilitaba el régimen, que realizaron preguntas en tono agresivo o burlesco, del tipo "¿Por qué lleváis esos pelos?".
A la hora del concierto la tensión era máxima en el entorno, en una España en la que los jóvenes y la gente en general encontraba muchas dificultades para reunirse, aún más para saltar y divertirse en multitud.
El grupo tocó doce canciones ante muchas localidades vacías y un sonido raquítico y las entradas eran muy caras para el mnivel de vida español de la época. Había más gente fuera que dentro de la plaza, como recordaría el propio McCartney años después: "Los fans reales estaban fuera, los de dentro era gente rica, así que no lo disfrutamos mucho".
El franquismo ya tenía su relato armado, aunque lo cierto es que en Barcelona, donde los controles eran más laxos, la plaza sí se llenó, pero esas imágenes no se difundieron.