“Los Juegos del Hambre” gana textura con una buena precuela

Esta precuela de la saga “Los Juegos del Hambre” le da añade profundidad al mundo y al villano central de la serie, en un relato con acción, romance, tragedia y espectáculo bien logrados.

Los juegos del hambre balada de pájaros cantores y serpientes película
Tom Blyth y Rachel Zegler en "Los Juegos del Hambre: Balada de pájaros cantores y serpientes".Lionsgate

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Con la precuela Balada de pájaros cantores y serpientes, la saga Los Juegos del Hambre se recupera luego de la deslucida conclusión de la saga original, con una historia que añade dimensiones antes inexploradas al interesante mundo y los memorables personajes de las novelas de Suzanne Collins.

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La película trascurre unos 60 años antes de la historia de Katniss Everdeen. El Capitolio de Panem se dispone a celebrar la décima edición de los Juegos del Hambre, una competencia en la que 24 “tributos” adolescentes de los 12 distritos subyugados por el Capitolio pelean a muerte, una represalia por una fallida revolución. Buscando rescatar a su familia de la ruina económica, Coriolanus Snow (Tom Blyth) se propone lograr que la tributo a la que es asignado como mentor, la cantante Lucy Gray Baird (Rachel Zegler) sea la sobreviviente de los Juegos.

Coriolanus Snow es, por supuesto, el villano principal de la trilogía original de novelas de Collins y las cuatro películas protagonizadas por Jennifer Lawrence, interpretado en ellas por el legendario Donald Sutherland con intimidante carisma y venenosa amenaza.

A menudo ocurre que las precuelas no hacen más que llover sobre mojado, sin ser más que anexos superfluos para historias ya cerradas y sin mucho espacio en blanco qué llenar – el ejemplo reciente más alevoso sería la trilogía Animales fantásticos de J.K. Rowling –, pero la saga Los Juegos del Hambre – al menos en su versión cinematográfica - sí dejó ciertos espacios sin colorear, producto de su enfoque tan cerrado (aunque apropiado) en Katniss y sus dramas interpersonales, con el mundo distópico de Panem relegado a un trasfondo.

Capitolio, su funcionamiento y las minucias de su relación con los distritos y la historia sangrienta de revolución detrás de los Juegos del Hambre, por lo tanto, no pasaban de estar esbozadas a grandes rasgos y Snow no tenía mucha más profundidad que un villano como el emperador Palpatine de Star Wars.

La precuela expande, de forma impresionantemente concisa, sobre la historia de Panem y la forma en que la sociedad del Capitolio funciona, transformándolo de una caricatura de decadencia opresiva a un retrato más realista de una sociedad atenazada por una tiranía alimentada por el miedo y la marginalización del “otro” pero con voces disidentes aún entre los privilegiados.

En el proceso, la película humaniza muy efectivamente a Snow, a quien Blyth interpreta con una mezcla muy precisa de idealismo juvenil y frío pragmatismo, un joven con un ángeles y demonios en cada uno de sus hombros: por un lado la influencia liberadora y de compasión que ejercen Lucy Gray o su amigo Sejanus (Josh Andrés Rivera), quien lucha desde el Capitolio por los derechos de los distritos; y por el otro sus ambiciones sociales y políticas que encarnan en la despiadada diseñadora de los Juegos, Voluminia Gaul, interpretada con teatralidad y crueldad por la gran Viola Davis.

La caída hacia arriba de Coriolanus Snow y la radiografía de Panem como una sociedad en la que los derechos humanos son sacrificados en nombre de una falsa idea de orden y seguridad acaban resultando ser una tragedia cautivadora. Lo hubiera sido aún más con una parte final un poco mejor trabajada, porque por las motivaciones detrás de algunas acciones de Snow no quedan del todo claras, pero no es nada que eche por tierra todo lo que el filme hace bien.

En cuanto a presentación, el director Francis Lawrence mantiene el nivel de calidad que siempre imprimió a la saga, desde que tomó el relevo de Gary Ross con En llamas (2013), con escenas de acción claras y dinámicas sin perder intensidad y urgencia, un sólido dominio del ritmo y la tensión en los momentos menos violentos y un ojo hábil para crear composiciones atractivas y hacer sentir el mundo de la película, desde las lujosas calles del Capitolio hasta las minas y bosques del Distrito 12 o la apocalíptica arena de los Juegos, como lugares reales y llenos de vida.

La música tiene más protagonismo que nunca en la saga, tanto por la muy evocativa banda sonora del gran James Newton Howard como por el rol como cantante de Lucy Gray, que sirve para que Rachel Zegler vuelva a demostrar el gran talento musical que ya expuso de forma brillante en la excelente Amor sin barreras de Steven Spielberg.

Los Juegos del Hambre: Balada de pájaros cantores y serpientes es el tipo más inusual de precuela: la que de verdad suma y enriquece a la obra original.

Calificación: 3/5

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LOS JUEGOS DEL HAMBRE: BALADA DE PÁJAROS CANTORES Y SERPIENTES

Título original: The Hunger Games: The Ballad of Songbirds and Snakes

Dirigida por Francis Lawrence

Escrita por Michael Arndt y Michael Lesslie (basada en una novela de Suzanne Collins)

Producida por Francis Lawrence, Nina Jacobson y Brad Simpson

Edición por Mark Yoshikawa

Dirección de fotografía por Jo Willems

Banda sonora compuesta por James Newton Howard

Elenco: Tom Blyth, Rachel Zegler, Josh Andrés Rivera, Viola Davis, Peter Dinklage, Jason Schwartzman, Hunter Schafer, Fionnula Flanagan, Burn Gorman, Ashley Liao, Max Raphael, Mackenzie Lansing, Nick Benson

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