Estados Unidos vive hoy una fecha crucial en su vida política.
Dos meses después de las elecciones, los resultados aun están en disputa en 7 estados, Pensilvania, Georgia, Michigan, Winsconsin, Arizona, Nevada y Nuevo México.
En esos estados se realizaron maratonianas audiencias ante las legislaturas estatales, para oír las denuncias de fraude.
Debido a esto, esos estados han constituido dos listas de delegados electorales, una que votó a favor de Biden y otra a favor de Trump.
Las gobernaciones de esos estados emitieron certificados a delegados electorales demócratas, pero sus legislaturas lo hicieron por delegados republicanos.
Esos 7 estados suman 84 votos electorales, que de ser anulados, hará que ninguno de los candidatos alcance los 270 votos electorales necesarios para ganar, y será el Congreso que deberá elegir al presidente y vicepresidente de los Estados Unidos.
Donald Trump cuenta con el apoyo de legisladores en ambas cámaras, que ya anunciaron que expresarán sus objeciones y harán resonar las acusaciones de fraude electoral en el Capitolio.
Un grupo de once senadores republicanos anunció ayer que solicitarán oficialmente este 6 de enero la investigación de las irregularidades verificadas en las elecciones presidenciales estadounidenses del pasado 3 de noviembre.
En un comunicado conjunto, los once senadores declararon que: “El Congreso debería nombrar inmediatamente a una comisión electoral con plena autoridad para investigar y determinar la verdad de los hechos con el objetivo de hacer una auditoría de emergencia de 10 días de los resultados electorales en los estados en disputa”, afirmaron.
En el país del norte, las elecciones para presidente son indirectas, es decir, los ciudadanos votan a delegados electorales, en cada estado, los cuales, al final, son quienes votan por el presidente y el presidente del país.
Según lo establece la Constitución, el presidente del Senado es el encargado de recibir y abrir los sobres con estas votaciones, debiendo decidir cuál de ellas es la válida.
La presidencia del Senado lo ejerce el vicepresidente del país, Mike Pence, obviamente, partidario de Trump.
Si Pence considera que no puede decidir sobre cuál de ambas listas es la válida, entonces el Congreso será el encargado de elegir al presidente y al vicepresidente de los Estados Unidos.
Según lo establece la Duodécima Enmienda, el Senado elegirá al vicepresidente.
En esa cámara, los republicanos tienen mayoría, por lo que podrían votar por la reelección del propio Mike Pence.
La Cámara de Representantes será la encargada, en ese escenario, de elegir al presidente de los Estados Unidos.
Ahí, los demócratas tienen mayoría de miembros.
Pero, la Constitución establece que esa votación no se realiza uninominalmente, sino que se vota por representación estadual.
Es decir, los diputados se reúnen según a los estados a los que representan, y emiten un solo voto, por ese estado, y no individualmente.
Contando así, los republicanos disponen de 26 estados a su favor, lo que podría significar que votarían por la reelección de Donald Trump.
No obstante, hay republicanos que no apoyan totalmente a Trump, y podrían no votar por él.
Además, del hecho de que quizás no se llegue a esa instancia, si Pence decide considerar como válidos los delegados electorales que favorecen a Biden.
La decisión final de los congresistas es aun desconocida.