“Observamos una escalada del conflicto en las últimas semanas” , lamentó el jefe de la administración presidencial ucraniana, Andriy Yermak, durante una conferencia telemática.
“Se están llevando a cabo provocaciones premeditadas contra las fuerzas armadas ucranianas para poner fin” a la tregua, dijo, en alusión al alto el fuego alcanzado el pasado julio, el más duradero desde el comienzo de la guerra, en 2014.
Yermak instó a Washington y a los países europeos aliados de Kiev, incluyendo Francia y Berlín, que apadrinaron el proceso de paz, a “intensificar” sus “esfuerzos” para calmar la situación.
Por su parte, el Kremlin se declaró “profundamente preocupado por las crecientes tensiones” en el frente, que imputó a Kiev.
“Cada vez observamos bombardeos más regulares provenientes del bando ucraniano” , afirmó el jueves el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, quien advirtió de que esos actos podrían desencadenar una “guerra total” .
Ucrania y los países occidentales consideran que Rusia apoya a los separatistas, aportándoles tropas, armas y financiación, lo que Moscú niega.
La guerra en el Donbás ucraniano, que ha causado más de 13.000 muertos, empezó poco después de que un presidente ucraniano prorruso huyera a Rusia y un gobierno prooccidental tomara las riendas de Ucrania. Tras el cambio de Ejecutivo, el gobierno ruso se anexionó la península ucraniana de Crimea.
Tras meses de encarnizadas batallas, las hostilidades se redujeron considerablemente con la firma de los acuerdos de paz de Minsk, en febrero de 2015.
Desde entonces, y a pesar de algunos avances, el proceso de paz está estancado.
Desde mediados de febrero, ocho militares ucranianos han muerto en la línea del frente, mientras que los separatistas, por su parte, comunicaron tres bajas el viernes.