En una mesa redonda virtual al margen de la VI Conferencia de Bruselas, prevista para los próximos 9 y 10 de mayo, el director regional de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Ahmed al Mandhari, recordó que "las necesidades de las personas sirias son enormes" tras casi once años de conflicto armado.
Según sus datos, 6,9 millones de personas permanecen desplazadas dentro del país, más del 90 % de la población vive por debajo del umbral de la pobreza y cuatro quintos de ellas sufren inseguridad alimentaria, mientras continúan las "hostilidades" por "todo" el territorio sirio.
Al Mandhari reconoció que la atención mediática se centra hoy en otras crisis del mundo, incluida la ucraniana, por lo que pidió no olvidar la grave crisis socioeconómica que se registra en Siria y los "escasos" recursos con los que cuentan los sanitarios para velar por la salud de la población.
Por su parte, la directora regional del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Khalida Bouzar, destacó cómo la pandemia del coronavirus incrementó la precariedad en la nación al hacer caer en gran medida los ingresos de las pequeñas y medianas empresas y limitar aún más el poder adquisitivo.
A su juicio, la estrategia humanitaria para el país debe avanzar hacia la fase de "recuperación inicial" con el foco en promover la participación "activa" de las comunidades en el proceso y no solo involucrarlas a través de meras consultas.
Bouzar afirmó que esta etapa de la ayuda humanitaria también "salva vidas" al ayudar a restaurar la capacidad de las instituciones y generar medios de subsistencia para las familias.
SANIDAD EN DETERIORO
Durante su intervención, Mazen Kewara, director de la ONG Sociedad Sirio-Americana de Médicos (SAMS, en inglés), desgranó los "muy malos" indicadores sanitarios de Siria: 3,5 millones de discapacitados, más de 500.000 niños con malnutrición crónica y signos de trauma infantil en el 27 % de las familias.
Para Kewara la situación es especialmente preocupante en el noroeste del país, donde trabaja su ONG y área controlada por la oposición.
La región carece de centros especializados y materiales médicos suficientes, además de solo contar con diez trabajadores sanitarios para cada 10.000 ciudadanos, una cifra que debería ser de al menos el doble según los estándares internacionales, de acuerdo con el director.
Los crecientes precios del trigo debido a la guerra en Ucrania también tienen un impacto en la alimentación y salud de los ciudadanos, mientras que el coste del combustible y los pocos medios de transporte dificultan el acceso a los hospitales, concluyó.