En las últimas horas, una relativa calma se ha instaurado en el oeste del país después de una violenta jornada de choques entre milicias rivales con armas pesadas, la más mortífera de los últimos meses que también causó 36 heridos.
La asesora especial de Naciones Unidas para Libia (UNSMIL), Stephanie Williams, condenó el uso indiscriminado de armas en una zona urbana densamente poblada y advirtió de que "es una grave violación del derecho internacional humanitario y un delito sancionable".
"Cualquier acción que ponga en peligro la vida de civiles es inaceptable", aseveró.
Los enfrentamientos comenzaron la noche del jueves y se extendieron durante la mañana del viernes a barrios residenciales de la capital y la región libia Tripolitana, que obligaron incluso a cancelar los vuelos del aeropuerto internacional de Mitiga (Trípoli).
Las fuerzas especiales de la disuasión (Rada) y la Guardia Presidencial, grupos implicados, aceptaron en la tarde del viernes acordar un alto el fuego, tras la presión del Gobierno de Unidad Nacional (GUN) que destituyó al ministro del Interior, Khaled Mazen, por los acontecimientos.
Según declaró a Efe una fuente del Servicio de Disuasión para Combatir el Terrorismo y el Crimen Organizado, la causa de los enfrentamientos fue el secuestro de un coronel por parte de la Guardia Presidencial, como respuesta al arresto de uno de sus miembros.
La división política por la existencia de dos ejecutivos paralelos ha tensado a los grupos armados y milicias que se enfrentan esporádicamente con un creciente temor al estallido de un nuevo conflicto bélico.