Tras reunirse con la gobernadora general, Mary Simon, y el primer ministro, Justin Trudeau, en la ciudadela de Quebec, una de las residencias de la Gobernación general, el papa volvió a reiterar el motivo de su viaje y expresó su “vergüenza y dolor” y su petición de perdón “por el mal cometido por tantos cristianos contra los pueblos indígenas”.
Pero también habló de los "tiempos de guerra" y aseguró que "hoy, ante la locura sin sentido de la guerra, necesitamos de nuevo calmar los extremismos de la contraposición y curar las heridas del odio".
"No necesitamos dividir el mundo en amigos y enemigos, distanciarnos y armarnos hasta los dientes: no será la carrera armamentística ni las estrategias de disuasión las que traigan la paz y la seguridad. No hay que preguntarse cómo continuar las guerras, sino cómo detenerlas", añadió Francisco en referencia a conflictos como el de Ucrania, aunque sin citarlo.
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Y añadió que hay "que impedir que los pueblos vuelvan a ser rehenes de las garras de espantosas guerras frías que se extienden" y que "se necesitan políticas creativas y con visión de futuro, que sepan romper los esquemas de los bandos para dar respuestas a los retos globales".
Francisco también animó a la política a que ante los grandes retos actuales, como la paz, la crisis climática, los efectos de las pandemias y las migraciones internacionales, no quede SER "prisionera de los intereses partidistas".
"Hay que saber mirar, como enseña la sabiduría indígena, a las siete generaciones futuras, no a la conveniencia inmediata, a los plazos electorales o al apoyo de los lobbies", añadió.
El papa llegó este miércoles a Quebec después de su etapa en Edmonton, donde pidió perdón por la cooperación de la Iglesia en aquellos internados donde 150.000 niños indígenas fueron arrancados de sus familias y se estima que más de 4.000 murieron por los maltratos y enfermedades.