La Policía Metropolitana de Tokio ha fortalecido las inspecciones y la seguridad en varias partes de la capital y se encuentra en estricta alerta especialmente alrededor del lugar del evento, el emblemático estadio tokiota Nippon Budokan, y los hoteles donde se alojaran algunos de los dignatarios.
También se han establecido patrullas en el aeropuerto internacional de Haneda y la estación de Tokio, donde se ha suspendido temporalmente el servicio de taquillas y se han sellado las papeleras para evitar intentos de atentado.
Desde este lunes hasta el próximo miércoles, varias carreteras y aceras serán cortadas con el fin de que puedan ser usadas de manera exclusiva por parte de los mandatarios invitados al encuentro y garantizar así su seguridad, según informó la Policía local tokiota.
"La seguridad se llevará a cabo por parte de la Policía Nacional, quienes han revisado y fortalecido sus sistemas. Ante cualquier situación que se presente, harán todo lo posible y tomarán las medidas necesarias para proteger a los asistentes de dentro y fuera de Japón", dijo hoy el portavoz gubernamental, Hirokazu Matsuno, en rueda de prensa.
Representantes de al menos 217 países, territorios y organismos internacionales han confirmado su asistencia al funeral de Estado, entre ellos, la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris; el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel; o el primer ministro de Cuba, Manuel Marrero.
La población se encuentra dividida por la celebración del acto y según las encuestas llevadas a cabo por varios medios locales, en torno a la mitad de los japoneses se oponen a su celebración.
El funeral de Estado de Abe tendrá lugar este martes en el estadio Nippon Budokan y tiene un coste de al menos a 1.649 millones de yenes (unos 11,8 millones de euros).
El de Abe será el segundo funeral de este tipo en el Japón de posguerra desde el dedicado en 1967 a Shigeru Yoshida.
La familia del exmandatario ya celebró unas exequias privadas en el templo budista Zojoji de Tokio en julio que congregaron a miles en el área, y a miembros de su partido, la oposición y diplomáticos.
Abe murió el 8 de julio a los 67 años tras se disparado mientras daba un discurso frente a una estación de tren de la ciudad de Nara, en el oeste del país, en un acto electoral.