Líbano, un Estado multiconfesional, se dirige a un vacío político

El Parlamento del Líbano fracasó en su intento por elegir a un nuevo presidente. Es la cuarta vez que no logran los votos necesarios para nombrar a un gobernante. (EFE/EPA)WAEL HAMZEH

BEIRUT. El Líbano, sumido en la pobreza y conflictos internos, se dirige a un vacío político debido a que el Parlamento fracasó por cuarta vez la elección de un presidente y que debe reemplazar a Michel Aoun, cuyo mandato fenece en una semana.

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En virtud del sistema confesional de reparto del poder en vigencia, la presidencia del país está reservada a un cristiano maronita, pero las prerrogativas del jefe de Estado quedaron fuertemente reducidas desde el final de la guerra civil (1975-1990).

El cargo de primer ministro, según el acuerdo, debe recaer sobre un musulmán suní y el del jefe del Parlamento en un musulmán chií.

Los diputados libaneses fracasaron por cuarta vez en elegir al sucesor del presidente Michel Aoun, cuyo mandato expira en una semana, en un Parlamento claramente dividido en dos bandos, el del Hezbolá proiraní y el de sus opositores.

Líbano se dirige a un vacío político, ya que no hay un candidato capaz de obtener los votos necesarios en el Parlamento, donde ningún bando tiene una mayoría clara.

El diputado Michel Moawad, que intenta reunir a aquellos que se oponen a Hizbulá, sumó este lunes 39 votos, lejos de los 86 necesarios para ser elegido en primera vuelta.

El hijo del expresidente René Moawad, asesinado en 1989, obtuvo tres votos menos que en la anterior sesión del jueves pasado.

Cincuenta diputados votaron en blanco, entre ellos los del bando pro-Hezbolá.

Como en varias oportunidades en el pasado de Líbano, el proceso de elección de un nuevo presidente podría llevar meses en un país minado por las divergencias políticas que impiden también la formación de un gobierno.

La elección de Michel Aoun tuvo lugar en 2016 tras un vacío de 29 meses al frente del Estado y decenas de votaciones en el Parlamento.

Desde 2019, Líbano está hundido en una grave crisis económica, que la población atribuye a la mala gestión, la corrupción, la negligencia y la inercia de una clase política que dirige el país desde hace décadas.

En tres años, la libra libanesa ha perdido más del 95% de su valor en el mercado negro.

Cuatro libaneses de cada cinco viven actualmente bajo el umbral de la pobreza, según la ONU.

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