El detenido, un italiano de origen marroquí de 28 años, ha sido enviado a prisión con carácter preventivo a petición de la Fiscalía de Brescia, que le acusa de los delitos de "secuestro y lesiones personales, con el agravante de tortura y crueldad, así como con fines de terrorismo y odio racial", informó la Policía.
El individuo, "tras una adhesión ideológica radical a la yihad islámica iniciada en Italia y completada en Alemania se había marchado a Siria, donde se había convertido en un activista" del EI.
Los medios italianos lo han identificado como Samir Bougana, nacido en Italia, que se trasladó a Alemania en 2010 y después a Siria en 2015 con una mujer que se convirtió en su esposa.
Tras un tiempo allí, fue localizado por las autoridades italianas en Kobane (Siria), donde estaba retenido por las Unidades de Protección Popular kurdas, y trasladado a Italia tras una compleja operación efectuada por la Dirección Antiterrorista de Brescia en colaboración con el FBI estadounidense y las autoridades sirias.
El Tribunal de Brescia le condenó a cuatro años de prisión por pertenencia al EI, pero "las posteriores investigaciones realizadas en el marco de la cooperación internacional encontraron un punto de inflexión en el intercambio de información entre las autoridades italianas y alemanas", indicó la Policía en un comunicado.
La cooperación judicial y policial "reveló que el mismo combatiente extranjero podría haber sido también responsable de la tortura al menos dos personas, entre ellas un adolescente, que se habían negado a luchar por el EI y que actualmente están refugiadas en Alemania".
El testimonio de una de sus víctimas, recogido en Dusseldorf por el Fiscal encargado de la investigación, fue decisivo: "al mostrar las cicatrices de las torturas sufridas, el testigo también relató las torturas perpetradas con descargas eléctricas contra 'detenidos' kurdos pertenecientes a la minoría yazidí para obligarlos a convertirse al Islam", se indica en la nota.
Según datos del Gobierno del Kurdistán iraquí, casi 3.000 yazidíes secuestrados por el EI siguen desaparecidos ocho años después del genocidio cometido por el EI contra esta minoría religiosa asentada en la comarca de Sinyar, en el norte de Irak y a la que aún no han regresado la mayoría de los cientos de miles de desplazados por el brutal ataque yihadista.