El ministro de Defensa, Hulusi Akar, afirmó que aún espera que los dos países nórdicos "corten sus relaciones con organizaciones terroristas y dejen de apoyarles, y también que levanten las restricciones que impusieron a la exportación (de armas) a Turquía".
Turquía y Hungría son los únicos entre los 30 miembros de la Alianza que aún no han ratificado el acceso de Suecia y Finlandia.
Turquía acusa a los dos países nórdicos de ser un refugio para grupos que considera terrorista, tanto el PKK, guerrilla kurda de Turquía; las milicias kurdosirias o la secta islamista Gülen, a la que acusa del fallido golpe de Estado de 2016.
El PKK tiene consideración de grupo terrorista no solo en Turquía sino también en la Unión Europea, pero en muchos países europeos hay una amplia tolerancia ante el uso de sus banderas, emblemas o eslóganes en manifestaciones, según denuncia Ankara insistentemente.
Suecia, donde vive una importante comunidad kurda exiliada, es especialmente permisiva en este aspecto y varios diputados o exdiputados han exigido en el Parlamento la legalización del grupo armado.
El Gobierno sueco ha anunciado reformas legales para penalizar la propaganda terrorista y tipificar como delito elementos como el apoyo al terrorismo o la apología.
El ministro de Exteriores turco, Mevlut Çavusoglu, dijo esta semana que la negativa del Parlamento sueco a extraditar a un periodista que Ankara considera miembro del grupo Gülen, supone un "desarrollo negativo" en el cumplimiento del acuerdo tripartito entre Turquía y los dos candidatos, firmado durante la cumbre de la OTAN del pasado junio.