Los mandatarios lanzaron ese mensaje en Buyumbura, capital económica de Burundi, al término de la XX Cumbre Extraordinaria de Jefes de Estados de la EAC, cuyo presidente de turno es el presidente burundés, Evariste Ndayishimiye.
Según un comunicado conjunto leído por el secretario general de la EAC, el keniano Peter Mathuki, los líderes convinieron también en que los jefes militares de los siete países del bloque "se reúnan en el plazo de una semana" y evalúen la situación.
Los jefes de Estado pidieron, además, "a todos los países que aportan tropas que las desplieguen inmediatamente" y instaron a la RDC a "facilitar el despliegue de tropas".
La cumbre, asimismo, subrayó su llamamiento a todas las partes a "reducir las tensiones y utilizar los mecanismos regionales, continentales e internacionales establecidos para resolver cualquier disputa en la implementación de la paz en RDC".
"La situación de seguridad en la RDC es un asunto regional que solo puede resolverse de manera sostenible a través de un proceso político", concluyeron.
Seis líderes asistieron a la cumbre: Ndayishimiye y los presidentes de la RDC, Félix Tshisekedi; Tanzania, Samia Suluhu Hassan; Kenia, William Ruto; Ruanda, Paul Kagame; y Uganda, Yoweri Museveni.
El único presidente ausente fue el de Sudán del Sur, Salva Kiir, quien no pudo acudir a Buyumbura por ejercer de anfitrión del papa Francisco, quien visita esta semana su país tras pasar por la RDC.
La cumbre de la EAC, que ha desplegado en la RDC una fuerza militar para combatir al M23, tuvo lugar después de que ese grupo armado tomase a finales del pasado mes la estratégica localidad de Kitchanga, en la provincia congoleña de Kivu del Norte.
Así, el grupo rebelde tiene bajo su control dos de las tres carreteras que conectan la capital de Kivu del Norte y una de las ciudades más pobladas de la región, Goma, con el resto de la RDC.
Desde la reanudación de los combates del grupo armado en marzo de 2022 después de varios años de calma, el M23 ha ocupado áreas y localidades estratégicas y el temor a la violencia ha obligado a más de medio millón de personas ha dejar sus casas, según la ONU.
Los avances rebelde coinciden con una escalada de tensiones entre la RDC y Ruanda por la presunta colaboración de Kigali con el M23.
Ruanda siempre ha negado ese extremo, pese a que al menos dos informes de la ONU confirmaron la cooperación.
Asimismo, Ruanda y el M23 acusan al Ejército congoleño de aliarse con las rebeldes Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDLR), fundadas en 2000 por cabecillas del genocidio de 1994 y otros ruandeses exiliados en RDC para recuperar el poder político en su país de origen.
Las Naciones Unidas también han confirmado esa colaboración.
El pasado 23 de enero, Catar organizó una reunión entre Kagame y Tshisekedi en Doha para rebajar las tensiones, pero se anuló por la ausencia del mandatario congoleño.
El M23 se creó en 2012, cuando soldados congoleños se sublevaron por la pérdida de poder de su líder, Bosco Ntaganda, procesado por la Corte Penal Internacional (CPI) por crímenes de guerra; y debido a supuestos incumplimientos del acuerdo de paz del 23 de marzo de 2009, que da nombre al movimiento.
El grupo exigía renegociar ese acuerdo firmado por la guerrilla congoleña Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo (CNDP) para su integración en el Ejército, a fin de mejorar sus condiciones.
El CNDP, formado principalmente por tutsis (grupo que sufrió en gran medida el genocidio ruandés de 1994), se constituyó en 2006 para -entre otros objetivos- combatir a las FDLR.
El este de la RDC lleva más de dos décadas sumido en un conflicto avivado por milicias rebeldes y el Ejército, pese a la presencia de la misión de paz de la ONU (Monusco).