Como colofón a una temporada estival repleta de festivales de música y ocio nocturno, casi 780.000 pasajeros pasaron por el Aeropuerto Rafic Hariri de Beirut el pasado septiembre, un 20 % más que el mismo mes del año previo.
Sin embargo, tan solo un par de días después de que se anunciaran estas cifras a comienzos de octubre, las fuerzas israelíes y el grupo chií libanés Hizbulá se enzarzaron en intensos ataques cruzados a través de la frontera, llevando a muchos países a pedir la salida de sus ciudadanos por miedo a una guerra.
"Todos los clientes que habían reservado para finales de octubre, noviembre y diciembre, incluso diciembre, cancelaron", reconoció a EFE Olivier Duparc, dueño del capitalino Hotel Kintsugi.
El empresario explica que ahora mismo solo tienen "un poco de ocupación" por parte de personas que ya residen en el país, pero insiste en que "todas" las visitas previstas desde el extranjero han sido canceladas pese a colaborar con "un montón" de empresas del sector.
Temporada navideña
Como muchos otros, el Kintsugi tuvo un "buen" verano y la siguiente temporada fuerte eran las fiestas navideñas, cuando las autoridades también preveían la llegada de un gran número de turistas atraídos por la famosa gastronomía, los vestigios grecorromanos o los paisajes de montaña.
"Ahora la gente empezará a reservar para Navidad, pero creo que van a ser principalmente libaneses del exterior que vengan a ver a la familia y ni siquiera estoy seguro de que todos ellos vayan a venir. Sé con certeza que algunos se quedan por ejemplo en Dubái o van a otros sitios, no quieren quedarse atrapados aquí en el Líbano", agregó Duparc.
Desde el comienzo de la violencia fronteriza, diversas aerolíneas han suspendido o reducido sus vuelos al aeropuerto de Beirut, el único operativo del país y que en conflictos anteriores ha sido bombardeado por Israel dejando a la población sin vías de salida.
En un barrio adyacente, el Anoor también ha tenido "muchas" cancelaciones y "por primera vez" carece de reservas para las Navidades, algo que su dueño Nicolas Medawar atribuye a "la situación en la frontera" y su impacto en al tráfico aéreo del Aeropuerto Rafic Hariri.
Según relata a EFE, encima la situación ha provocado que sus 16 habitaciones tengan precios un 80 % más bajos que hace un año y que generen lo justo para pagar los "gastos generales", pues en su caso las alquilan a través de Airbnb, que se basa en un sistema de "oferta y demanda".
El empresario comenta que incluso han ralentizado un proyecto para expandir su número de habitaciones hasta ver cómo evolucionan las cosas, mientras alerta de que este escenario es "peor" que el vivido por el sector durante la pandemia mundial de la covid-19.
"Durante el coronavirus venían un montón de aviones y la gente tomaba las precauciones necesarias, pero hoy no pueden tomar ninguna precaución, podrían morir en un segundo. No se van a arriesgar viniendo al Líbano, irán a otros países", consideró sentado en el vestíbulo del Anoor.
Medawar construyó el negocio de la nada "justo después de la explosión del puerto" de Beirut, una tragedia que en agosto de 2020 devastó la zona donde hoy se erige su establecimiento, y que dejó más de 200 muertos y 6.500 heridos en la ciudad.
Por ello, antes las circunstancias actuales se consuela pensando que "nada es más duro que alguien que comienza algo muy bonito y valioso de la nada", poniendo sus esperanzas en un "mañana mejor".
Huéspedes inesperados
A orillas del Mediterráneo, la localidad meridional de Tiro siempre ha estado entre las favoritas de los turistas con sus pintorescas callejuelas, una de las pocas playas públicas del país y sus ruinas declaradas patrimonio mundial por la UNESCO.
Sin embargo, la antigua ciudad fenicia también se ubica a poco más de 20 kilómetros de la divisoria con Israel, alejándola del foco de los visitantes y llenándola con miles de desplazados por la violencia fronteriza.
Ranin Bawab, hija de los propietarios, explica que actualmente "todos" los clientes en su Casa de Huéspedes Bawab son personas desplazadas, mientras que su otro establecimiento hotelero en Tiro, el B-Inn, también acogió a muchos de ellos tras estallar el fuego cruzado el mes pasado.
"Cuando empezó la crisis la gente huyó de las áreas fronterizas y vino aquí. Se quedaron en el hotel solo por un periodo de tiempo, porque con la crisis económica las personas no tienen dinero ni capacidad para quedarse un periodo más largo", sentenció la joven en declaraciones a EFE.
Como encargada de una agencia de viajes dentro del B-Inn, Bawab confirma que también ha habido cancelaciones de vuelos, pero recuerda que la situación "se supone que mejorará con la Navidad y el Año Nuevo".
"Los libaneses estamos acostumbrados a esto; nos golpean, nos caemos y nos volvemos a levantar", concluyó con una sonrisa.