Stubb, un nuevo presidente conservador, europeísta y pro OTAN para Finlandia

Juanjo GalánHelsinki, 11 feb (EFE).- La ajustada victoria de Alexander Stubb en la segunda vuelta de los comicios presidenciales finlandeses del domingo le permitirá convertirse en el segundo jefe de Estado conservador del país nórdico en las últimas siete décadas, siguiendo la estela de su predecesor, Sauli Niinistö.

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Stubb, de 55 años, representa al ala más liberal del partido conservador Kokoomus que dirige el primer ministro, Petteri Orpo, pero también al sector más europeísta y pro OTAN de la formación política que más ha abogado históricamente por el ingreso de Finlandia en la Alianza.

El presidente electo es partidario de mantener una línea dura contra Rusia, de estrechar la cooperación militar con Estados Unidos y de permitir tanto el establecimiento de una base permanente de la OTAN como el almacenamiento de armas nucleares en territorio finlandés -algo que está actualmente prohibido-.

Salto de la investigación a la política

Stubb regresó a la escena política finlandesa tras una pausa de casi siete años cuando fue invitado a ser el candidato presidencial del partido conservador por Orpo, irónicamente el responsable de que dejara la política al arrebatarle en un congreso la dirección del partido y el Ministerio de Finanzas en 2016.

Stubb, quien para entonces había ocupado la Jefatura del Gobierno y tres ministerios, renunció a su acta de diputado en 2017 para asumir la vicepresidencia del Banco Europeo de Inversiones (BEI) y, posteriormente, dar clases en el Instituto Universitario Europeo de Florencia (Italia).

Nacido en Helsinki en 1968, Stubb se graduó en Ciencias Políticas en el Colegio de Europa de Brujas (Bélgica) y posteriormente se doctoró en política internacional en la London School of Economics.

En sus inicios profesionales trabajó como investigador, primero en el Ministerio de Exteriores finlandés y más tarde en la Academia de Finlandia y en la delegación de su país en la Unión Europea (UE).

Durante su estancia en Bruselas entre 1999 y 2004 participó como experto en las negociaciones europeas del Tratado de Niza (2001) y de la Constitución Europea (2004), además de ejercer como asesor del entonces presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi.

Stubb dio el salto a la política en 2004 y fue elegido eurodiputado por el partido conservador Kokoomus, cargo que ejerció hasta que en 2008 fue nombrado ministro de Exteriores en sustitución de Ilkka Kanerva, quien tuvo que dimitir a raíz de un escándalo sexual.

Tres años después, finalizada la legislatura, consiguió su primer acta de diputado en el Parlamento de Helsinki y cambió de cartera, poniéndose al frente del Ministerio de Asuntos Europeos y Comercio Exterior.

La dimisión del entonces líder conservador y primer ministro, Jyrki Katainen, en 2014 permitió a Stubb heredar ambos cargos y alcanzar la cima de su carrera política, tras ganar a sus dos rivales en el congreso del partido, aunque el éxito no duró mucho.

Once meses después su partido perdió las elecciones y Stubb tuvo que cambiar la Jefatura del Gobierno por la cartera de Finanzas en el nuevo Ejecutivo de coalición.

La derrota electoral, unida a una serie de errores personales, precipitó su caída como líder conservador y ministro en 2016, cargos que recayeron en el actual primer ministro, Petteri Orpo.

Meteduras de pata

Stubb combina un currículum y un talento político envidiables con una asombrosa facilidad para meter la pata, como quedó patente a lo largo de su carrera.

En 2015, siendo ministro de Finanzas, fue acusado de mentir deliberadamente en el Parlamento al afirmar que el 90 % de los expertos apoyaba el plan del Gobierno de permitir la compra de acciones a través de cuentas opacas, cuando la cifra real era la contraria, el 10 %.

También fue desafortunada -y muy criticada por su falta de sensibilidad- su decisión de chocar los puños alegremente con el entonces primer ministro, Juha Sipilä, tras anunciar amplios recortes salariales y aumentos de jornada durante una rueda de prensa.

Pero sus mayores errores tienen que ver con su ingenuidad respecto a la vecina Rusia, al permitir de buen grado el paso del gasoducto Nordstream por aguas finlandesas y la participación del consorcio ruso Rosatom en la construcción de una nueva central nuclear, un proyecto suspendido tras la invasión de Ucrania.

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