El filósofo Daniel Innerarity relativiza la polarización: "Está sobrevalorada"

Patricia CrespoMadrid, 24 may (EFE).- Que polarización fuera la palabra de 2023 no la convierte en la descripción objetiva de cómo estamos, usarla en campañas electorales no es sinónimo de éxito y el grueso de la sociedad no es además partidario de ella. Así lo cree el filósofo español Daniel Innerarity, que afirma rotundo que la polarización está "sobrevalorada".

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Hay en nuestras democracias, sostiene en una conversación con EFE, fuertes disputas y desprecio, pero no se puede elevar la polarización a categoría con la dimensión que se hace.

En un año marcado por los comicios al Parlamento Europeo a la vuelta de la esquina, el catedrático de Filosofía Política de la Universidad del País Vasco (España) tampoco cree que esta sea una estrategia que vaya ligada al éxito.

Aunque el manual de campaña convencional dice que hay que polarizar -señala- existe también demanda de mensajes positivos e integradores.

Y es que para el también titular de la Cátedra de Inteligencia Artificial y Democracia del Instituto Europeo de Florencia (Italia), la radicalidad no resulta tan atractiva e, incluso, es posible obtener mejores resultados con la moderación.

Es la polarización política la que produce polarización social y no al contrario, asegura, antes de dejar claro que, como categoría de análisis político, la polarización está "sobrevalorada".

Defensor del acuerdo y de su valor, a Innerarity le parece que a pesar de que se ha incrementado la hostilidad, no hay una sociedad dividida.

Y eso es así porque pese a los problemas, como la precarización del trabajo o el acceso a la vivienda, nuestras sociedades son de clase media donde la centralidad no desaparece y cuyo Estado de bienestar sirve como un contrato social implícito que impide la desintegración.

Pero ¿por qué parece que hay tanta polarización? La respuesta es que la percibida o sentida es más fuerte que la real.

No todo es, para el filósofo, "canceladores culturales" o negacionistas, a pesar de que así pueda parecer a los habituales de redes sociales.

Esos pequeños grupos que buscan polarizar logran atraer mayor atención gracias al ruido que generan y a la "torpe" ayuda de los medios de comunicación.

Tampoco ayuda, prosigue, que los partidos se hayan dejado de fijar en los problemas de verdad para centrarse en lo que les separa de sus rivales, olvidándose de lo que les une. Lo controvertido atrae la atención y logra movilizar; así es -recuerda- el juego político.

El pensador reconoce el "serio problema" que supone la movilización en el espacio de la extrema derecha y el discurso del odio, pero asegura que, por desagradable que sea, no se puede inferir de ello que haya una ruptura social, porque sigue existiendo una amplia centralidad, caracterizada por la desideologización y donde es posible cambiar de opinión.

En el momento en que se silencia el ruido de los márgenes se confirma que los humanos tienden más hacia la centralidad que hacia los extremos, asegura Innerarity, quien se pregunta si esta es la mayoría social a la que tanto se alude.

Tampoco hay que olvidar que sin democracia no hay pluralismo y que este tiene su dimensión conflictiva. De cómo actúen los partidos clásicos y de si son capaces de mantenerse como destinatarios de las expectativas y de sostener puentes dependerá el futuro.

Sobre lo que ocurrirá en las elecciones europeas del 9 de junio, el filósofo cree que habrá una nueva Comisión, algo más a la derecha, pero no se romperán los grandes consensos sobre migración, diversidad o cambio climático.

Y es que en Europa la polarización tiene todavía menos recorrido, concluye.

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