"Si queremos ayudar al pueblo afgano a romper el ciclo de pobreza y sufrimiento, debemos contar con los medios para atender las necesidades urgentes y, al mismo tiempo, sentar las bases para una resiliencia y estabilidad a largo plazo", declaró en un comunicado Indrika Ratwatte, coordinador residente y humanitario de la ONU y representante especial para Afganistán.
Este comunicado se emite en vísperas de las sesiones del Grupo de Coordinación para Afganistán (ACG, por su siglas en inglés), que reunirá esta semana en Turquía a representantes de países donantes, instituciones financieras internacionales y la misión de la ONU en el país (UNAMA).
Este encuentro se considera crucial para definir la estrategia de apoyo futuro a la nación, especialmente en el contexto del régimen talibán.
La organización internacional advirtió que los avances significativos logrados en los últimos cuatro años en diversos ámbitos podrían desmoronarse si el financiamiento internacional disminuye.
Estos avances, aunque no detallados en este comunicado, se entienden como mejoras en áreas como la salud, la educación y el apoyo a poblaciones vulnerables, logros que ahora se ven amenazados bajo el gobierno talibán.
Según la declaración, Afganistán sigue siendo la "segunda mayor crisis humanitaria del mundo", caracterizada por múltiples niveles de vulnerabilidad, que van desde la inseguridad alimentaria generalizada hasta la marcada disminución de las oportunidades económicas para su población, una situación que se ha deteriorado aún más bajo el mandato talibán.
"La falta de una inversión mínima en resiliencia podría empujar a un número considerable de afganos a recurrir a mecanismos extremos de supervivencia, como la migración irregular, con los consiguientes graves riesgos personales y las potenciales repercusiones regionales en términos de estabilidad y seguridad", concluyó el organismo, subrayando la importancia de un compromiso sostenido por parte de la comunidad internacional en este momento crítico para el futuro de Afganistán.