El desarme de Hizbulá, entre miedos a una guerra civil y la presión del tándem EEUU-Israel

Beirut, 10 abr (EFE).- El desarme del grupo chií Hizbulá centra estos días los debates en el Líbano, un objetivo que el presidente del país, Joseph Aoun, espera alcanzar a través del diálogo entre miedos a que otro tipo de estrategia pueda llevar a una guerra civil y en medio de una creciente presión por parte de Estados Unidos e Israel.

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Tras más de cuatro meses de alto el fuego con Israel y ya habiéndose desplegado el Ejército libanés en casi toda la región fronteriza en sustitución de Hizbulá, crece la presión para implementar el gran paso que de verdad limitaría las armas a las manos del Estado: el desarme del movimiento chií.

Estas son algunas claves para entender las complejidades del asunto:

1. 'La gente, el Ejército y la Resistencia'

Hizbulá es la única milicia que no se desarmó al calor del Acuerdo de Taif, que puso fin a la guerra civil libanesa (1975-1990) y que estipulaba la disolución de "todas" las facciones, si bien respaldaba cualquier "medida necesaria" para acabar con la invasión israelí aún en marcha a la consecución del pacto.

Creada en 1982 para enfrentar la presencia israelí en el Líbano, la formación mantuvo su rama armada hasta la actualidad ergotizada en el emblema 'La gente, el Ejército y la Resistencia', con el que se justifica como parte de las fuerzas de defensa del Líbano sin estar integrada en las filas estatales.

2. Miedo al caos

Los llamados a poner fin a un armamento considerado ilegal se remontan a casi tres décadas atrás, sobre todo por parte de partidos cristianos rivales, pero el Líbano vive en un juego perpetuo de equilibrios para evitar que cualquier roce pueda derivar en un conflicto interno entre sus fragmentadas comunidades.

En 2008, un intento del Gobierno de tumbar el sistema de telecomunicaciones de Hizbulá acabó con sus combatientes tomando parte de la capital entre mortales enfrentamientos con hombres armados progubernamentales suníes.

Preguntada por los temores a una guerra civil si se trata de desarmar al grupo chií por la fuerza, la enviada especial adjunta de Estados Unidos para Oriente Medio, Morgan Ortagus, zanjó esta semana al canal saudí Al Arabiya: "Hemos estado escuchando eso durante 20 años, cuando tienes cáncer no tratas solo una parte del cáncer en tu cuerpo".

3. EE.UU e Irán

Washington demanda un desarme a la mayor brevedad, tal y como habría traslado Ortagus a las autoridades libanesas durante una visita a Beirut este fin de semana coincidiendo con una intensificación de los ataques de Israel, entre ellos los primeros contra la capital desde el cese de hostilidades.

Después de que la Administración de Joe Biden lograra mediar el alto el fuego, la de Donald Trump le ha tomado el relevo con renovadas presiones sobre el Líbano para su implementación y, en paralelo, ha lanzado un ultimátum más amplio a Irán, mecenas de Hizbulá, para frenar su programa nuclear.

Está previsto que este mismo sábado tengan lugar negociaciones entre Estados Unidos y Teherán con este fin.

4. Apuesta por el diálogo

Tanto el presidente libanés como el primer ministro, Nawaf Salam, llegaron al poder el pasado enero con la convicción de que es hora de confinar las armas exclusivamente a las manos de las Fuerzas Armadas, pero no fue hasta este lunes que Aoun dio pistas sobre cómo pretenden abordar el desarme.

"Como dije en mi discurso de investidura, no hay lugar para ninguna arma ni para grupos armados, excepto en el marco del Estado. Los problemas se resuelven a través de la comunicación y el diálogo, ya que al final Hizbulá es un componente libanés", anunció el jefe de Estado.

El canal Al Jadeed informó estos días de un supuesto entendimiento entre la Presidencia y Hizbulá para que el asunto de las armas sea tratado como parte de una estrategia nacional una vez Israel se retire de las cinco áreas libanesas que aún ocupa en el sur y cese sus ataques contra el Líbano.

5. ¿Qué queda en manos de Hizbulá?

Se cree que Hizbulá perdió la mayor parte de su arsenal durante la guerra, al tiempo que también se quedó sin sus vías de abastecimiento terrestre a través de Siria con el derrocamiento de su aliado Bachar al Asad apenas unos días después de entrar en vigor el alto el fuego en el Líbano.

Esta misma semana, tanto el movimiento como el Gobierno libanés salieron a negar que esté utilizando el puerto de Beirut como alternativa para recibir armamento.

De desarmarse, se da por sentado que continuará como ente político, con ministros en el Gobierno y escaños en el Parlamento, aunque queda por ver si su "Estado dentro de un Estado" continuaría a niveles como proveer servicios a la población en sus bastiones.

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