El primer ministro británico, Keir Starmer, decidió convocar el Parlamento -actualmente en receso por la Semana Santa- para aprobar la legislación que le permita al Ejecutivo asumir el control de British Steel, ubicada en el noreste de Inglaterra, después de que la propietaria china, Jingye, considerase insostenible seguir manteniéndola por pérdidas "significativas".
La secretaria de Estado de Industria, Sarah Jones, dijo hoy a la cadena Sky News que las negociaciones con Jingye para salvar la planta habían fracasado y la acusó de no actuar de buena fe.
"Este problema se ha vuelto existencial porque la empresa se ha negado a importar las materias primas necesarias para mantener los altos hornos en funcionamiento. Si los altos hornos se cierran de forma imprevista, nunca podrán reabrirse, el acero simplemente se solidifica en ellos y no se puede hacer nada", explicó.
El objetivo de la ley de emergencia es permitir, además, que el Gobierno pueda obtener las materias primas necesarias para que British Steel siga funcionando mientras decide qué hacer con ella, ya sea buscar un nuevo propietario privado, una combinación de fondos públicos y del sector privado o la nacionalización.
Según Jones, el gobierno presentó una generosa oferta a Jingye para intentar asegurar el futuro de la planta, pero fue rechazada.
"La situación ha llegado a un punto crítico en el que la empresa se niega a importar las materias primas que necesitamos para mantener los altos hornos en funcionamiento", explicó la secretaria de Estado en otras declaraciones a la emisora BBC.
Al ser preguntada sobre el futuro de la planta y la posibilidad de nacionalización, Jones subrayó que el gobierno prefiere una asociación privada "donde una empresa privada pueda participar e invertir junto con el gobierno".
"Actualmente no tenemos esa posibilidad con Jingye", añadió, y admitió que no hay otras empresas privadas dispuestas a invertir.
Jingye argumenta que los altos hornos ya no son sostenibles y atribuye la situación a las dificultades del mercado, además de subrayar que la empresa está acumulando pérdidas diarias de 700.000 libras (840.000 euros).
De cerrarse British Steel, el Reino Unido se convertiría en el único país del Grupo de los 7 (G7, naciones más industrializadas) sin capacidad para producir su propio acero, además de ser vital porque se depende de ella para trabajos de infraestructura y el sector ferroviario.