Cuando se cumplen 16 años de la huelga de hambre que emprendió en el aeropuerto de Lanzarote después de que Marruecos la impidiera entrar en El Aaiún y la expulsara a Canarias (el 14 de noviembre de 2009), Haidar ha regresado a la isla para el estreno de 'Aminetu: 50 años de ocupación', un documental rodado en torno a otro aniversario: los 50 años desde que España abandonó la antigua colonia.
El pasado 31 de octubre el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó una resolución que considera que "una autonomía genuina podría representar el resultado más factible" para el Sáhara, y que alienta a las partes a "presentar ideas que apoyen una solución definitiva mutuamente aceptable".
Esta resolución va en la misma línea que la defendida en los últimos años por los principales países de la Unión Europea (UE). En marzo de 2022 el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, envió una carta al rey Mohamed VI de Marruecos en la que consideraba que la propuesta marroquí de autonomía, presentada en 2007, era la base "más seria, creíble y realista" para la resolución del conflicto.
Haidar, sin embargo, mantiene que "España debe cumplir su deber legal e histórico, garantizar la descolonización y el derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui", según dijo el viernes por la noche durante la proyección del citado documental en la Fundación César Manrique.
Haidar agradeció al pueblo lanzaroteño "su solidaridad y compromiso con la justicia", por lo que describe como "un gran honor" volver a la isla a expresarles su reconocimiento por el apoyo recibido en 2009, "cuando fui deportada ilegalmente y por la fuerza de mi país, el Sáhara Occidental, por el régimen de ocupación marroquí en connivencia con el Estado español".
La activista subrayó que su historia representa un "testimonio colectivo" del pueblo saharaui, "un pueblo que ha sufrido demasiado ya" y ha vivido "el exilio, la represión, la tortura, la desaparición forzada, la ocupación ilegal y que, a pesar de todo, sigue en pie".
En su opinión, existen tres muros "que se retroalimentan y exigen una solución coordinada". El primero, político y diplomático "donde la palabra referéndum ha sido sistemáticamente vaciada de contenido" y la Minurso (la misión de la ONU para el Sáhara) se ha convertido en custodia de una esperanza eternamente pospuesta”.
"La reciente y ambigua resolución del Consejo de Seguridad de octubre de 2025 consolida este preocupante retroceso al tomar la propuesta de autonomía marroquí como base, sin mencionar siquiera la propuesta del Frente Polisario", criticó.
El segundo muro es jurídico y económico, por los fosfatos de Bucraa, la pesca y los parques eólicos que "empresas europeas y españolas, violando el derecho internacional y las sentencias del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, financian y legitiman la ocupación".
"España se ha convertido en facilitadora del estancamiento, normalizando un lenguaje que legitima la ocupación y cada saco de fosfatos, cada tomate etiquetado como producto de Marruecos, es un ladrillo más en el muro de la colonización", señaló.
El tercero "y quizás el muro más peligroso" es el de la desesperanza generacional, según Haidar. La activista recordó que en los campamentos de refugiados saharauis el 60 % de la población ha nacido en el exilio, de modo que, "para ellos, la promesa del referéndum es una historia lejana".