"(El primer ministro de Camboya, Hun Manet,) expresó su sincero agradecimiento a China, en particular a Su Excelencia Xi Jinping, presidente de la República Popular China, por su liderazgo y sus esfuerzos personales para restablecer la paz entre ambos países y mantener la paz y la estabilidad regionales", reza un comunicado difundido por la Cancillería camboyana.
Durante su viaje a Camboya, Deng se reunió con Hun Manet, así como con varios ministros y comandantes del país del Sudeste Asiático, y planea también mantener encuentros en Tailandia, según informó Pekín el jueves.
Nom Pen señaló que, durante las reuniones, "ambas partes subrayaron la urgente necesidad de un alto el fuego inmediato y enfatizaron que el diálogo pacífico sigue siendo la única vía viable para resolver las diferencias" entre Tailandia y Camboya, enzarzadas en una histórica disputa territorial por la soberanía de territorios cercanos a su divisoria común, de unos 820 kilómetros y cartografiada por Francia en 1907, cuando Camboya era su colonia.
El jueves, el ministro de Exteriores chino, Wang Yi, instó, por su parte, a ambos países a declarar "cuanto antes" el cese de las hostilidades y a "reconstruir la confianza mutua", en sendas conversaciones telefónicas con los jefes de la diplomacia de ambos países.
"China es la primera que no desea ver a ambos países empuñando las armas", añadió Wang.
Una nueva oleada de ataques cruzados estalló el pasado 7 de diciembre en la frontera entre Tailandia y Camboya, en el que supone el peor episodio de violencia desde el conflicto de julio, que se prolongó cinco días y dejó 50 muertos, frente a los casi 60 fallecidos que dejan los últimos enfrentamientos.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se vanagloria de haber puesto fin –aunque momentáneo– a las hostilidades de julio, y ha vuelto a mediar en la reciente escalada de tensiones, con llamadas telefónicas a Hun Manet y su homólogo tailandés, Anutin Charnvirakul, anunciadas por el republicano.