El oleoturismo traspasa fronteras bajo la promesa de aumentar la renta de los agricultores

Madrid, 28 dic (EFE).- Las experiencias de oleoturismo van extendiéndose más allá de los principales países productores, bajo la promesa de aumentar la renta de los pequeños agricultores, pero con desafíos como la falta de estructuras y la estacionalidad.

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Se trata de una actividad que se está desarrollando a nivel mundial -y no solo en la cuenca mediterránea- como una forma de desarrollar el sector oleícola, promover su calidad y acercar la información al consumidor, explica a EFE el director ejecutivo adjunto del Consejo Oleícola Internacional (COI), Abderraouf Laajimi.

"Es un modelo de turismo que garantiza la sostenibilidad desde el punto de vista productivo, medioambiental, social y económico", precisa, al tiempo que destaca la importancia de transmitir la excelencia del aceite de oliva virgen extra (AOVE) y la cultura del olivo.

De esa manera se pueden reforzar valores como la identidad, la autenticidad y el arraigo del territorio, como ocurre en España, Grecia o Túnez, donde los turistas pueden vivir una experiencia "más allá de la almazara", apunta el directivo del COI.

El oleoturismo es una alternativa que ofrece a la vez "naturaleza, cultura y gastronomía" e "impulsa la economía rural", también en zonas marginales donde "el olivo es la única fuente de renta para mucha población".

No obstante, persisten dificultades como la necesidad de invertir en infraestructuras, digitalización, promoción e información, incluida la formación del personal que acoge a los turistas y debe especializarse en aspectos como la cata de aceite de calidad, un reto para los pequeños agricultores, según Laajimi.

Dicho tipo de turismo se caracteriza por su estacionalidad, con picos de visitantes cuando están en funcionamiento las almazaras tras la recogida de la aceituna, por lo que su desarrollo en otras épocas "depende sobre todo de la capacidad de organizar visitas gastronómicas o al punto de venta".

El COI, que tiene por misión promover la calidad y la proyección del aceite de oliva, organizó recientemente un seminario dedicado al oleoturismo como motor de desarrollo sostenible.

Tras la pandemia, el turismo mundial se ha recuperado con un creciente interés por lo rural, una tendencia "consolidada" en la que más del 80 % de los viajeros busca experiencias gastronómicas y más del 30 % actividades innovadoras que permitan interactuar con productores locales, según la Organización Mundial del Turismo.

En la isla griega de Creta, por ejemplo, el oleoturismo se apoya en una demanda más interesada en la cultura y la gastronomía que complemente el modelo tradicional de sol y playa.

La región italiana de Apulia (sur) cuenta con una almazara que se puede visitar todo el año, dentro de una oferta que incorpora guías turísticos, talleres de cerámica, yoga y sesiones de relajación entre olivos.

En Brasil, se están organizando vistas guiadas "inmersivas" y en Argentina se han abierto centros dedicados al olivar como el de la familia Zuccardi, que tiene un programa para ser "oleicultor por un día".

En Túnez, la reserva Ben Ismail ofrece aceite orgánico de calidad en un entorno "atractivo", algo poco desarrollado en ese país productor; mientras que el Centro de estudio y promoción del aceite de oliva del Alentejo (Portugal) está impulsando un proyecto de educación infantil y una aplicación móvil para agrupar la oferta turística.

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