Pero en cuanto a comicios la exigencia es aún mayor para los partidos, estos deben tener autoridades elegidas democráticamente, ya que luego tendrán que dirimir con otros y el que resulte electo gobernará, ajustado a una Constitución que marca las reglas del juego, para todos por igual.
Y el sistema democrático, si se practica correcta y honestamente, vendría a ser una especie de selección natural, en el que él o los elegidos tienen el consenso de la mayoría, ya sea por idoneidad, porque se conoce su trayectoria o presentaron mejores proyectos.
Y como es fácil de apreciar, la base misma del sistema democrático reposa en sus partidos.
Pero, de qué democracia se puede hablar cuando el sistema eleccionario, internas y general, es lo menos transparente que hay; de qué democracia se puede hablar cuando hay fraude, cuando hay punteros políticos que van con millones a comprar votos, cuando se arría la gente como ganado con el sobre listo, cuando los candidatos son elegidos no por méritos propios sino porque compran una banca, y como vemos la gran mayoría de estos a lo único que aspiran es a tener privilegios y meter en su bolsa todo el dinero posible que le puedan sacar a los contribuyentes.
Esto no es democracia, es más bien un grotesco o una parodia democrática.
¿Alguno puede imaginar un sistema eleccionario vicioso como el nuestro que suceda en Inglaterra, en Francia, en USA, en Canadá o Japón? seguro que no; ¿y se imaginan el resultado de sus gobiernos si tal cosa sucediera? seguro que sí: una “democracia tercermundista”.
Un ejemplo, imaginen que hay un torneo internacional, de ping-pong, de ajedrez, de matemáticas, de lo que sea; imaginen que hay una competencia interna para elegir el representante y que esta se hizo de la forma más transparente, sin arreglos de ninguna especie; es evidente que el ganador que nos iría a representar sería el mejor de todos; bien, así debería llegar a ser la elección de nuestras autoridades; esta es la selección natural a que me refiero.
Creo que a esto fue el llamado que hizo el Papa Francisco cuando nos visitó y les instó a los jóvenes a que “hagan lío”; ese es el “lío” que deben hacer, el “lío” que busca un cambio para bien, el “lío” que exige que las cosas se hagan correctamente, esta juventud, o generación, es la que está llamada a ser el reemplazo de ciertos carcamanes mañeros, liberales y colorados, es la que debe transformarse en los nuevos guardianes del sistema eleccionario que garantice la transparencia futura; y por juventud no me refiero solo a los jóvenes de 18-20 años, también a los de treinta y pico y poco más, los que no han conocido la dictadura pero sí conocen los vicios de los hijos y entrenados del viejo dictador que quedaron como legado.
Rafael Luis Franco