Los K y el K

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En la nación hermana de Argentina, los K., con su adhesión al movimiento de Chávez y Maduro, y en Paraguay el K. (ministro gua’u de la Corte Suprema de Justicia ) se han burlado groseramente de sociedades y pueblos tanto en la Argentina como en Paraguay. Quedémonos solo en Paraguay, esta vez, para referirnos a la actuación grosera, indigna, antijurídica, ordinaria, insultante para sus conciudadanos y para la Patria misma.

Estamos hablando, dejándolo bien claro, del señor ministro de la Corte Suprema de Justicia, profesor en la universidad, doctor Raúl Torres Kirmser, y su abultada familia, viviendo no de su altísimo sueldo, ayudado por las canonjías producto presumiblemente de la venta de sentencias, de todo tipo de prevaricato y de los elevados sueldos y beneficios que cobraba su hijo José Miguel Torres Espínola por acompañar al señor ministro en sus múltiples viajes que hacía al exterior , y que por tan gravosa y jurídica labor cobraba cuantiosos viáticos por ser el lazarillo de su padre en dichos menesteres. (ver ABC, Pág. 3 de la sección Política del miércoles 18.05.16, sin contar tantas publicaciones en ese diario, de otros días, lo mismo que hizo el diario Ultima Hora en varias ocasiones). Sus hijas también tenían buen bocado de las arcas fiscales ocupando cargos con relativa importancia, convertidas en simples planilleras, pues de trabajo: NADA. Una de ellas renunció quizá por vergüenza creo yo al ver el fastuoso castillo económico que el famoso Torres K. había levantado con el “sudor de su frente”.

Y esto es lo que hasta ahora salió a la luz de la opinión pública, pero suficiente para demostrar dos cosas: la calaña de un importante ministro de nuestra ejemplar Corte Suprema de Justicia y la urgente necesidad de comenzar con los trámites para aplicarle sin más trámites las disposiciones del juicio político que bien merecido lo tiene. Ni vale la pena detenerse a señalar a Torres K. lo que significa una justicia sin jueces corruptos en una DEMOCRACIA. Estos entorchados ministros de la máxima instancia judicial ya irán cayendo, de una u otra forma, bajo la mirada atenta de la ciudadanía tan afectada por la corrupción sin límites de los señores ministros que restan y quizá otros de menos jerarquía, que habrán seguido a estos altos magistrados.

Se irán sabiendo. No olvidar que en nuestro país la corrupción permea cuanto a su paso incontenible se le presenta. Sin una buena justicia nunca tendremos una buena democracia. Pero la impunidad de la que se vale “orgullosamente” el poder hace casi imposible un castigo ejemplar. Quien más quien menos tiene la cola sucia. Y el pobre pueblo paraguayo paga las consecuencias.

Federico Callizo Nicora

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