El gato salvaje: un cazador solitario y huidizo

Los gatos salvajes a menudo se confunden con gatos domésticos porque se desconoce la existencia de estos felinos. Sin embargo, cuando se los observa con más detenimiento, se los puede distinguir fácilmente.

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El rasgo más notorio es la piel, que en los gatos salvajes parece más descolorida: es gris con tonos de crema. En algunos casos, puede presentar manchas blancas a la altura del cogote y una pincelada negra en el lomo. Otro rasgo que distingue a ambos tipos de gatos es el pelo. Los gatos salvajes lo suelen tener más largo que el de sus pares domésticos.

Pero también su tamaño es distinta. “El gato salvaje europeo es más grande, más compacto y más fuerte que la mayoría de los gatos domésticos”, explica Hilmar Freiherr von Münchhausen, directora de la Sociedad Alemana para la Protección de los Animales Salvajes. La cola de este animal es más tupida y más gruesa y termina en una punta, añade.

El número de estos felinos ha crecido en los últimos años en Alemania. Los expertos creen que en la actualidad hay entre 6.000 a 8.0000 ejemplares, sobre todo, en las zonas montañosas del centro y suroeste del país.

Los gatos salvajes son animales solitarios que viven escondidos en grandes extensiones boscosas y salen a cazar tanto de día como de noche. “Tienen muy buen olfato y son excelentes cazadores”, señala Münchhausen. En general, son ariscos y evitan el contacto con los seres humanos, que muchas veces también representa un peligro para los gatos salvajes.

“Nunca hay que acercarse demasiado al escondite o al territorio de un gato salvaje, porque podría espantarse y no volver a ese sitio”, advierte la experta alemana. La época de apareamiento de estos felinos es entre enero y marzo.

Si una persona encuentra un gato salvaje o una cría perdida, no debe tocarla y alejarse inmediatamente. “La intención de ayudarlos es una buena actitud, pero no es lo apropiado en estos casos”, sostiene Judith Freund, de la Federación Alemana para la Protección del Medio Ambiente y la Vida Salvaje (BUND).

Si por error alguien recoge uno de estos animales, debe volver a dejarlo lo más rápido posible en el lugar donde lo halló y asegurarse de que no haya estado en contacto con gatos domésticos u otras fuentes posibles de infección.

“No hay que llevarlos a refugios de animales por los riesgos de contagio”, indica Freund. Si los animales están heridos, se puede notificar el hecho al BUND regional o a las instituciones de protección medioambientales. Ellos indicarán qué se debe hacer en estos casos, añade.

Es imposible domesticar a estos gatos salvajes, asegura Münchhausen. “Estos animales no se dejan domesticar, ni tampoco que se los acaricie. Ya desde pequeños son ariscos y se resisten. Por tanto, mantenerlos en un ámbito doméstico sería muy difícil ya que tienen pocas defensas contra las infecciones y no sabrían desenvolverse en esos ambientes”, sostiene.

Por otra parte, la comida que se les da a los gatos domésticos no sería suficientemente nutritiva para estos felinos salvajes. La comida habitual de los gatos salvajes consiste en carne fresca con huesos, explica Micrea Pfleiderer, especialista en gatos y autora de varios libros sobre felinos.

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