Las expectativas ante el inminente 2023, año en que vence el plazo de vigencia del Anexo C –bases financieras y de prestación de los servicios de electricidad del ente binacional– del Tratado de Itaipú, son muy diferentes en nuestro país y en Brasil.
En Paraguay, la sensación –inclusive la convicción– abrumadoramente mayoritaria, es que nuestros socios en condominio, por partes iguales en el colosal complejo hidroeléctrico, se alzaron con sus mayores beneficios, razón por la cual esperan recuperar la plena disponibilidad sobre el 50% de la energía de la producción de la central que le pertenece y que pueda vender las cantidades que no utilice, inclusive a un tercer mercado a un “justo precio”, tal como lo mencionan el Acta de Foz de 1966 y el mismo Tratado, o a precios de mercado.
En Brasil, al menos si nos atenemos al “choque da energía barata” que prometía a principios de 2019 Paulo Guedes, ministro de Economía del gobierno de Jair Bolsonaro, las expectativas se concentran sobre la tarifa que pondrá en vigencia la binacional luego de la revisión del 2023.
Si la tarifa “oficial” de Itaipú es US$ 22,60 por kWmes, según los cálculos iniciales, que datan del 2028 inclusive, la tarifa “oficial” de la entidad binacional caerá a US$ 12,44 por kWmes, porque, según los propaladores del cálculo de referencia “la carga de la deuda de Itaipú sobre su costo”, es del 60%.
...Pero tal como lo advertía Heráclito (535-484 a.C.), “nadie se baña dos veces en el mismo río”, la deuda de Itaipú no es agua estancada, todo lo contrario, alguna vez tendrá que justificarse también sus irracionales desmadres.
En efecto, de los US$ 3.566 millones que le prestó Eletrobrás en diciembre 1975, a finales de junio último, 45 años después, la entidad debía aún US$ 4.737 millones.
El pasivo de Itaipú, desde 1974, año en que la binacional recibió los primeros desembolsos, hasta el último empréstito, debe ser objeto de una exhaustiva investigación, con un capítulo especial dedicado a la deuda que ABC Color “espuria” a mediados de la década de los años “80, así como a la financiación de los costos de la “doble indexación” que luego aplicaron a esa deuda.
La carga de la deuda sobre el costo de servicio no es y menos será 60% en forma permanente. Es lógico que varíe a medida que la entidad vaya pagándola. El diagrama que representa esa actividad no debe ser una recta, sino una curva, señalaba el especialista compatriota Ing. Axel Benítez.
Una copia del presupuesto de Itaipú del 2019, consigna que el Costo de Servicio de Electricidad en ese ejercicio fue de US$ 3.291.012.000, en tanto que el Servicio de la deuda fue de 2.071.499.200 dólares, o sea el 62,9%. No obstante, pagada esta cantidad, es lógico que al cierre del ejercicio 2020, el porcentaje de incidencia de la deuda baje considerablemente, más aún en 2022 y 2023, año en que su incidencia será cero.