Mamá, corazón de guerrera

Mariela Olmedo Benítez (25) es una mamá de las consideradas “guerreras”, ya que día a día junto a su marido lucha por el bienestar de su familia, y sobre todo el de su pequeño Nachito, de ocho meses, quien nació con microcefalia.

Mariela junto a sus niños Adriana y José Ignacio, o como los llama cariñosamente, Paquita y Nachito.
Mariela junto a sus niños Adriana y José Ignacio, o como los llama cariñosamente, Paquita y Nachito.

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Mariela Olmedo Benítez es una mamá a tiempo completo. Ella junto a su marido decidieron emprender en el mundo del empapelado y pronto abrirán una tienda de venta de ropas, como alternativa de ingreso económico para la familia.

La historia de Mariela tiene subidas y bajadas y vueltas a subir como la de una montaña rusa de sensaciones en la que la esperanza es el principal motor para salir adelante.

Madre de una niña, en su segundo alumbramiento tuvo que enfrentar el desafío de ir paso a paso conociendo primero lo que es la microcefalia y luego entendiendo los procesos que se viven para que su niño, el pequeño Nachito vaya sorteando las dificultades.

La pandemia le ofreció la oportunidad de dar una vuelta de tuerca al emprendimiento que llevan adelante con su esposo en un mundo desafiante como el empapelado, en el que también llegó la reinvención. La clave está en el trabajo constante y por sobre todo en la personalización de cada trabajo con ploteados acordes al gusto y forma de ser de los clientes.

“Me casé el año 2018 con José Manuel Pérez Escobar de 29 años, profesional en el área de educación física recibido en la ENEF; actualmente se dedica a lo que es la colocación de empapelados para pared y me ayuda en lo que es realizar pagos, cobros, visitas a clientes, todo lo que se pueda realizar desde el exterior. Lo que más me motiva cada día es su personalidad y principalmente lo mucho que luchó al lado de su familia para sacar adelante a su madre, que en ese entonces estaba luchando contra un cáncer, el cual ella no pudo”, mencionó visiblemente emocionada.

Nace una familia

Mariela relató que poco tiempo después de casarse quedó embarazada y recibieron la linda noticia de que su bebé sería una nenita.

“Fue el embarazo soñado ya que desde que nos casamos nosotros ya contamos con casa propia, además desde ese momento mi marido dejó su trabajo como instructor para dedicarse únicamente a lo que es la colocación de empapelados para pared conmigo, esa profesión la practica desde que es muy joven, a través del conocimiento y habilidad que le transmitió su familia paterna, principalmente su padre, colocador profesional de empapelados desde hace más de 40 años”, contó.

Un duro proceso

La historia de la familia de Mariela siguió con el segundo embarazo y nacimiento del pequeño José Ignacio, alias “Nachito”.

“Mi niño soñado venía en camino, el nació con 37 semanas por cesárea”, dijo. El bebé vino antes y con el diagnóstico de microcefalia, un defecto congénito en el que tamaño de la cabeza del bebé es más pequeño de lo esperado en comparación con el tamaño de la cabeza de bebés de la misma edad y sexo. “Los bebés con microcefalia con frecuencia tienen un cerebro más pequeño que podría no haberse desarrollado adecuadamente”, reza en la página cdc.gov. Ante esto, Mariela pasó más tiempo en el hospital realizando estudios y demás, “el cual fue el proceso más duro que pude pasar ya que en el hospital me dieron el peor pronóstico para su desarrollo... la evolución que hoy en día mi bebé presenta va en contra cada diagnóstico”, refirió optimista.

“Hoy mi niña tiene dos años la llamamos cariñosamente Paquita, y mi bebé varón ocho meses a quien le decimos Nachito, me dedico a cuidarlos en mi casa ya que conmigo ellos tienen toda la atención que necesitan, a cada uno les hago reconocerse y amarse como hermanos. Ser mamá me enseña cada día lo increíble que es la vida y saca de mí el lado más romántico que existe, no hay manera de describir lo enamorada que estoy de mis hijos, disfruto cada día, cada etapa de desarrollo de mis bebés”.

Madre emprendedora

Para Mariela estar con sus hijos en la casa da pie a la magia, la de ser una madre emprendedora. “Estoy en contacto con los clientes y creando posteos para nuestra página de Instagram de Servicios Empapelado”, expresó.

“Esta pandemia hizo que no nos conformáramos únicamente realizando las colocaciones, ya que conocemos los gustos de nuestros clientes y nos apasiona ayudarles a crear ambientes más vistosos en sus hogares o lugar de trabajo, también decidimos innovar usando mis habilidades de comerciante, ya que desde que estoy en la facultad me dedico a las ventas en ese entonces de calzados, y en base a esa experiencia motivé a mi marido a ser proveedores directos de los empapelados a nuestros clientes; también estamos innovando con los ploteados completamente personalizados con diseños únicos a elección del cliente y es así que yo desde mi hogar me encargo de realizar toda la parte de marketing, trabajo con los proveedores y clientes brindándoles toda la información requerida así también pasando presupuesto para sus obras y mi marido se encarga de la colocación”, destacó Olmedo.

Una lucha diaria y permanente por los hijos

“Por mis hijos luchamos todos los días para que este emprendimiento tenga la suficiente fuerza como para tener un sustento seguro para ellos el día de mañana. Los sueños están para cumplirse, y como dice mi padre, ‘nde eipotandeara’, mi padre que junto con mi madre son mi mayor inspiración para crecer como emprendedor; al mirar al pasado veo todo sus sacrificios y dedicación, ellos empezaron su empresa desde la olería y en el campo con la plantación de tomates y es fruto de ese esfuerzo y perseverancia que hoy día tienen una empresa lo suficientemente sólida y estable; mediante ellos tengo las herramientas y el conocimiento necesario para seguir apostando por este emprendimiento, que sé que con la paciencia y dedicación requerida va a formar su propia fuerza y estabilidad”, finalizó.

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