ENCARNACIÓN (Juan Augusto Roa). La pandemia de covid-19, con sus cientos de enfermos que no pueden recibir atención por la precaria infraestructura hospitalaria existente, falta de personal de salud, y una considerable cifra de muertos en los últimos 14 meses, puso de relieve una deuda histórica del Gobierno con una de las regiones económicamente más prósperas del país.
Cuando se desató la pandemia, en marzo de 2020, había apenas cuatro unidades de terapia intensiva (UTI) en el hospital regional de Encarnación (HRE), principal centro asistencial de la Séptima Región Sanitaria. También era importante el Hospital Pediátrico Municipal (HPM), con una planta productora de oxígeno. El hospital regional del Instituto de Previsión Social (IPS) ofrecía un miserable servicio, con solo cuatro camas UTI.
Apenas iniciada la emergencia sanitaria, el Gobierno integró estos tres centros asistenciales y designó al hospital del IPS para pacientes con covid-19. El HRE quedó como polivalente y el HPM como pediátrico gratuito.
En de abril de 2020 las camas de UTI en el IPS subieron a nueve y con el “sistema integrado” comenzaron las promesas de equipamiento, aumento del personal y demás. Por ejemplo, en abril de 2021, Pedro Pérez, director de Regiones Sanitarias del Ministerio de Salud, anunció nuevos pabellones en el IPS con 16 camas UTI y la posibilidad de habilitar otras 16.
El 31 de mayo Pérez sumó una nueva promesa: la construcción con fondos de Yacyretá de tres plantas productoras de oxígeno y nuevos bloques en IPS para 50 a 60 camas comunes y 16 de UTI.
Pero hasta ahora ninguna promesa se cumplió. Ante la imparable demanda de cuidados intensivos, mediante empresas y organizaciones que donaron o prestaron equipos, el hospital respiratorio dispone ahora de las mismas nueve camas UTI con que inició la crisis y de nueve unidades de terapia intermedia, todas abarrotadas. En un pabellón de contingencia construido por la Gobernación se acondicionó un bloque para pacientes en recuperación y otro con 27 bocas de oxígeno para habilitar cuidados intensivos, pero para ello se requieren unos 8 terapistas y 21 enfermeras, según el exdirector interino del IPS, Dr. Wilson Riveros, quien también solicitó con carácter de urgencia 6 respiradores, 8 bombas de infusión, 6 monitores multiparamétricos, 4 respiradores y 12 equipos de alto flujo. Riveros renunció al cargo días atrás, por falta de respuestas. Mientras, los pacientes fallecen esperando un lugar en UTI y en los vacunatorios la gente se agolpa en busca de una esperanza contra el covid.