Desinformación deliberada

No es nuevo que en el Paraguay se hable de desinformación deliberada. Fue un arma durante la dictadura, es una herramienta para los políticos en sus conflictos particulares, y se volvió una costumbre fatal en el gobierno de Mario Abdo Benítez.

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Gracias a ella, la incertidumbre se instaló en el día a día de todos los paraguayos, desde la llegada de este Gobierno, que terminará siendo el más impopular y abucheado de todos los tiempos.

Pero ese era el objetivo, mantener dispersa la atención de los ciudadanos. Ahora, resulta difícil creer que fue producto de un profundo estudio de la naturaleza de la sociedad paraguaya, realizada por eruditos y profesionales filósofos que entendieron que esa era la estrategia correcta. Más bien fue algo así como la única idea que tuvieron, la que funcionó en la dictadura y a la que se aferraron hasta ahora.

A medida que triunfaban las fake news, la teoría de conspiración y los encendidos debates incipientes y estériles sobre si el covid-19 era real, en el Gobierno se quedaron de brazos cruzados. Los ciudadanos éramos testigos mediante el internet de que en otros países impulsaban tremendas campañas para combatir la desinformación y destronar las fake news. Aquí no hicieron nada, y si lo hicieron, ¿dónde comunicaron?

Y fue adrede, pues basta mirar cómo comunicaron las restricciones y el cháke, los cuales fluyeron de manera fenomenal. No había medio ni cuenta oficial que no divulgara los rostros y videos de los criminales pikivoleyros, o de movilizaciones ciudadanas asesinas, y ni qué decir de los terroristas compradores y vendedores del Mercado 4. Ellos eran más criminales que un Óscar González Daher presionando a jueces y fiscales. Pero nada hicieron contra los poderosos y contra los políticos que orondamente encabezan campañas proselitistas buscando captar votos de gente sometida a la paupérrima salud pública y economía.

Cuando tocó el turno de hablar de las vacunas, bueno, creo que no hace falta ni mencionar la terrible desinformación deliberada, que deja más que nunca en evidencia la falta total de gestión y de compasión del Gobierno con los paraguayos que murieron a consecuencia del covid-19.

Mientras los paraguayos y paraguayas que los votaron morían en los nosocomios por falta de medicamentos, por no tener una cama disponible, se dieron el tupé de regatear el precio de las vacunas cuando en el mundo se desató una guerra comercial para obtenerlas, todo porque tenían miedo de aparecer en la tapa de los diarios bajo el título de “vacunas de oro”, entonces dejaron morir a la gente para salvarse el pellejo. Solo resta decir que se convirtieron en la peor lacra del país.

antonella@abc.com.py

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