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La madre de Jorgito, Elisa Barreto, dijo tras la muerte de su hijo que tenía los 200.000 dólares que exigían los criminales para la liberación del joven. “No llegué”, expresó la mujer porque en un mensaje de audio su hijo le dijo que tenía dos horas para pagar, eso fue el miércoles 30 de junio último. Pero tras la autopsia se determinó que al secuestrado lo asesinaron el sábado 3 de julio, día en que se encontró su cuerpo.
Estos detalles llaman poderosamente la atención de los familiares de Jorgito y de los investigadores. Quizá reconoció a uno de sus secuestradores o escuchó alguna conversación de los delincuentes que los podría comprometer. Lo cierto es que lo asesinaron cobardemente, por como se encontró el cuerpo se determinó que ni siquiera pudo defenderse.
Ninguna ideología o la famosa brecha social entre ricos y pobres puede justificar la muerte de una persona. Este tipo de actos deben desterrarse definitivamente de nuestro país, allí está la gran tarea de nuestras autoridades y también de toda gente de bien.
El esfuerzo no solo debe venir de los responsables de la seguridad sino también se debe tener la colaboración de la población. Es hora que el trabajo sea de todos para seguir evitando más actos de este tipo, debemos cooperar para cambiar esta historia de sangre y dolor que estamos escribiendo en nuestra generación.
Más allá de las críticas que se puedan realizar lo que se precisa con urgencia es acción en todos los niveles.
Ahora le tocó a Jorgito, mañana no sabemos a quién y eso se debe erradicar porque en algún momento, uno de nosotros puede ser ese joven paranaense que hoy ya no está con su familia porque unos delincuentes le quitaron la vida.