Políticas y rebusque

El viernes último se reunió aquí un denominado “Consejo de Seguridad Departamental”, integrado por representantes de diferentes instituciones públicas y privadas, bajo la figura aglutinadora de la Gobernación de Itapúa. La Comisión es un espacio de debate de los problemas en general, en sus diferentes aspectos, como la seguridad, la economía, la salud, entre otros, que hacen al cotidiano de la gente.

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En esta ocasión, además de la “presentación en sociedad” del nuevo fiscal general adjunto designado para Itapúa, Augusto Salas, tres temas fueron los dominantes: la problemática de la venta callejera de combustibles; la actuación de la Patrulla Caminera en las rutas, particularmente con los turistas extranjeros; y la cuestión del puente internacional y los interminables conflictos por adelantamientos indebidos y las supuestas coimas siempre denunciadas pero nunca demostradas.

La iniciativa de convocar y sentar en una mesa a representantes de los diversos organismos con competencia de acción e intervención en cada uno de los temas analizados es altamente loable, valorable, en todos los sentidos, pero deja una incómoda sensación de que no pasa de una instancia para decir “nos ocupamos de los problemas”.

Si las cuestiones discutidas no llegan al plano de la ejecución, si cada uno de los representantes vuelve a sus casas y sigue con más de lo mismo, tamaño esfuerzo de organización termina en saco roto.

Y, en este sentido, es más que notoria la ausencia de un mecanismo de ejecutividad de las determinaciones. Un aspecto de esta “descentralización” política y administrativa del Estado que quedó en el limbo, y debería ser revisado por el próximo Parlamento que surgirá tras las elecciones del 30 de abril.

A simple modo de ejemplo, citemos el caso de la venta callejera de combustibles, que colisiona con las más elementales normas de seguridad vial, de manipuleo de material inflamable, normas impositivas, y hasta ordenanzas para edificación, sin que autoridad alguna atine a intervenir.

La práctica es un rebusque al que recurre cada vez más gente, ante un acuciante problema estructural, grave y profundo, que es la falta de trabajo. Consecuencia de la ausencia de políticas públicas que propicien oportunidades de desarrollo, y la corrupción imperante en el manejo de los recursos públicos, destinados a alimentar la clientela política y una burocracia improductiva. Un pesado lastre que debe arrastrar el pueblo llano, al que no le queda otra que sobrevivir como pueda.

jaroa@abc.com.py

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