Familia: iglesia doméstica

Celebramos hoy la fiesta de la Sagrada Familia de Nazareth: al inicio era María y José unidos, respetándose y luchando para ser fieles a Dios. En seguida nace el niño Jesús, el Príncipe de la Paz, que vino al mundo en un pesebre, para enseñarnos que la austeridad de vida revela una extraordinaria belleza, que no se percibe en la opulencia.

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José y María se querían mucho, sabían que esta “química” entre ellos era un regalo de Dios. Sin embargo, esto no les preservó de sufrir con las vicisitudes políticas, pues el gobernador despótico les obligó a ser una familia migrante y huir a otro país.

La Sagrada Familia tuvo que enfrentar varias dificultades económicas, pero no se separó ni tampoco hizo de su convivencia interna un espacio de acusaciones y de prepotencia.

Las familias de nuestros días pasan por atroces amenazas, y, seguramente, la más difícil es el amor entre la pareja, pues marido y mujer deben manifestar respeto, apoyo y paciencia.

Cuando la pareja se lleva relativamente bien, muchos problemas se resuelven, porque hay la convicción de que vale la pena pelear por el inmenso tesoro, que es la familia unida.

Pero, sin espiritualidad y sin cultivo del amor a Dios, difícilmente una pareja dura muchos años. Además, no basta estar juntos a cualquier costo, también es necesario ser más felices cada día que pasa.

La Iglesia insiste en que la familia cristiana no es solo destinataria de la acción pastoral, sino verdadera Iglesia doméstica, que en el hogar los padres son los primeros anunciadores de la fe a sus hijos y esta misión se vive en lo cotidiano, a través de gestos sencillos de amor, perdón y cuidado mutuo.

Los esposos deben aprender constantemente lo que significa la donación recíproca, que vence el egoísmo, y ciertos caprichos personales. Han de evitar la tentación de amores aventureros, que engañan por mensajes de internet y teléfono, y pueden terminar en desastre.

Con la oración diaria, momentos tranquilos de compartir sentimientos, marido, mujer e hijos encontrarán fuerzas para perdonarse y sentir gusto en colaborar los unos con los otros. Participarán de la misa dominical y de otras actividades de su comunidad.

Estamos en clima de Año Nuevo y queremos que 2026 sea favorable. Lo será si cuidamos con más ternura de las personas que el Señor ha puesto como nuestros compañeros de jornada.

Asimismo, para que la familia sea una Iglesia doméstica feliz, se debe disminuir el uso del teléfono celular y aumentar el tiempo dedicado al diálogo personal.

Paz y bien

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