Durante cinco domingos consecutivos Jesús nos irá contando parábolas, para que entendamos mejor en qué consiste el reino que Él vino a inaugurar, y a invitarnos a colaborar activamente en su construcción.
Celebramos la solemnidad de Pentecostés, cuando ellos “vieron aparecer unas lenguas como de fuego, que descendieron por separado sobre cada uno de ellos, y se quedaron llenos del Espíritu Santo.”
Vivir en unión es uno de los anhelos más profundos de todos los seres humanos. De modo especial, la unidad dentro da la propia familia, manifestada a través del respeto, del diálogo sincero y del buen humor, ya que cara larga espanta a los demás.
“Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba” fue la expresión de los discípulos de Emaús a Jesús, que caminaba con ellos en el primer día de la semana, es decir, el domingo. Al llegar a su destino, después que el Resucitado les explicara la Escritura, hizo un ademán de seguir adelante, pero ellos le piden para quedarse.
¡Felices Pascuas de Resurrección, mi hermano y mi hermana! ¡Demos gracias al Señor, porque Él es bueno y porque es eterno su amor!
Mateo nos relata la transfiguración de Jesús en tres puntos: él llevó a algunos apóstoles al monte Tabor y se transfiguró delante de ellos. Aparecen Moisés y Elías conversando con Jesús, y principalmente, la voz del Padre asegurando que Jesús es su Hijo Predilecto.