El Evangelio de hoy es conocido como el de la Transfiguración de Jesús, cuando Él invita a tres apóstoles y va con ellos al monte Tabor para orar. Por ende, muestra la necesidad de la oración comunitaria y familiar, o sea: querer rezar con los otros.
El primer signo, el primer milagro de Jesús, de acuerdo con el evangelista Juan, se dio en las bodas de Cana de Galilea.
Con esta fiesta del Bautismo del Señor encerramos el tiempo de Navidad, y empezamos el “Tiempo durante el año”. El Bautismo de Jesús es también una “epifanía”, una manifestación de Cristo, ya que la voz del Padre del cielo afirmó: “Tú eres mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección”. Recordemos que el bautismo de Juan Bautista era solamente un rito exterior, solamente una invitación para cambiar de vida, a dejar de ser materialista y aprender a compartir más. Tenía su valor en cuanto disponía internamente para recibir el bautismo del Mesías, que es Cristo.
Celebramos hoy la solemnidad de la Epifanía del Señor, es decir, la manifestación y revelación del Niño Jesús al mundo.
Hoy celebramos la fiesta de la Sagrada Familia, ya que el 25 nació el Niño Jesús y ella se quedó completa: Jesús, María y José.
El deseo más intenso del ser humano es ser feliz y procura realizarlo por variados caminos. Las falsas alternativas rondan peligrosamente al espíritu humano, y no hay que dejarse engatusar por las vanidades ni tampoco por el aplauso de los aduladores.