Los tropezones de Francisco

En su aun breve papado, el Papa Francisco se desorienta. “Son los comunistas quienes piensan como cristianos”, expresó hace poco, en un continente en el que los comunistas se habían cargado, durante el siglo XX, más de 21 millones de vidas humanas.

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Esta gaffe no influyó para que, dos días después, canonizase a 6000 católicos víctimas de lo que en España suele recordarse como “la mayor masacre de civiles”, en que comunistas españoles despacharon unas 85 mil personas, entre ellos 256 menores de edad.

Bergoglio pierde aceleradamente simpatía en el país más católico de Europa. Algunos ya rompieron lanzas con él, explicándolo de este modo: tuvimos un papa santo (Juan Pablo II), luego un papa sabio (Benedicto XVI) y, ahora, tenemos un papanatas.

Francisco afirmó recientemente que: “Cristo habló de una sociedad donde los pobres, los débiles y los marginados sean quienes decidan”. Pero se olvidó de citar en lugar de los Evangelios en que se eso se puede leer. José Galat, católico militante, director de un medio periodístico importante en Colombia, se revuelve contra otra rareza de Bergoglio que él rescata: “todo el mundo se salva, cumpla o no los mandamientos”. ¡Caramba! Esto no es lo que Moisés ordenó creer, grita Galat.

La iniciativa de Bergoglio para reconciliar a los Castro con Obama fue apostar mal y perder. Los católicos cubanos esperaban del Papa alguna gestión para los presos políticos y un paladín contra las represiones; pero hubo nada de eso. Bergoglio se mostró más interesado en intercambiar apretones de mano y sonrisas complacidas con Raúl Castro. Lo explica mejor la “Carta abierta” de Ángel Santiesteban. Mientras el régimen de Maduro mataba en las calles, apresaba, torturaba, empujaba al exilio y endurecía su dictadura instalando una constituyente ilegal, Bergoglio se salía por la tangente instando a los venezolanos a dialogar con su verdugo.

Pese a todo, Francisco parece conservar la popularidad que los papas tienen en América Latina, aunque la pierda aceleradamente en Europa. Sólo en Italia, en los últimos tres años, el Estado Vaticano fue abandonado por un millón de contribuyentes, agudizándose su catastrófica situación económica (Infovaticana).

Con relación a China, las cosas toman mal cariz. En su momento, Mao Zedong creó una iglesia católica propia (“Iglesia Patriótica”), cuyos prelados nombraba él, ignorando a la Santa Sede. No obstante, muchos católicos chinos se mantuvieron fieles a Roma, desconociendo a los consagrados por Mao. Pero todo cambia, todo cambia…; y para eso vino Francisco.

Recientemente, apartó de su sede en China al arzobispo Savio Hon Tai-Fai, firme opositor al régimen, enviándolo de nuncio a Grecia. Todo indica que con esto trata de caer simpático a Xi Jinping, a quien se apresta a visitar en estos días y, así, aproximar al Vaticano a esa oscura dictadura que rige en la R.P.C. El obispo emérito de Hong Kong, Joseph Zen, está desesperado. Elevó una impetración a Dios para que “aparte a la Santa Sede del borde del precipicio y no venda a la Iglesia legítima de China a sus verdugos” (Asia News).

Con anterioridad, Bergoglio obsequió una visita suya al dictador turco Erdogan. Poco tiempo después, el turco se molestó por un comentario papal sobre el genocidio armenio, declarando que Bergoglio “dice estupideces”. Luego amenazó: “Condeno al Papa y quiero advertirle. Espero que no vuelva a cometer un error de este tipo”. Por si el salivazo no fuese certero, expelió otro, algo así como “qué va a hablar de genocidio este tipo que es de Argentina, un país que dio la bienvenida a los nazis” (04-2015).

Otra visita que irritó a muchos fue la que hizo a la obispa evangélica sueca Sofia Canmerin, una de cuyas perlas es que prohíbe que se llame a Dios con los tratamientos de “Señor” y “Él”, porque es -dice- lenguaje sexista. En este momento, Bergoglio acaba una visita a Myammar, donde rige un tirano sanguinario, y pasa después a Bangladés, país con un 100% de población musulmana. No va como apóstol sino como jefe de Estado. Pero…, ¿Para qué? Esta es la pregunta que muchos se hacen. ¿Qué busca Bergoglio reuniéndose con esta clase de personajes? ¿Qué ventaja obtiene la Iglesia Católica? Nadie conoce la respuesta.

En otros terrenos, el Papa avanza tanteando cautelosamente, ora tropezando con el pie derecho, ora con el izquierdo. Puso un dedo gordo sobre el espinoso asunto de la eutanasia asiéndose a un eufemismo: “aprobación de la suspensión de los auxilios médicos a enfermos sin esperanza”; hizo un guiño notorio a los católicos divorciados y dio la bienvenida eclesial a los homosexuales. Se diría que intenta calzarse el vaquero progresista sin sacarse la sotana ortodoxa, lo que le obliga a contorsiones acrobáticas.

Pero, siendo, como es, un hombre inteligente, puede que reoriente el rumbo. Tal vez veamos caminar con firmeza a un Papa diferente el próximo año.

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