La licitación de máquinas de voto acabará el próximo mes. De este modo, el Tribunal Superior de Justicia Electoral (TSJE) tendrá que tomar una decisión que involucra algo más valioso que los 21 millones de dólares en juego, pues hablamos de la soberanía del pueblo paraguayo.
“Máquinas bobas” llamó un asesor del TSJE a los artefactos que toda la nación usará en las Elecciones Municipales 2020. Estas declaraciones se dieron, irónicamente, sin pensar que se desacreditaba a un sistema de voto no tradicional frente a millones de paraguayos.
Marcar las relevantes diferencias entre urnas electrónicas y las ahora solicitadas máquinas “bobas” de votos son factores esenciales al ver que el TSJE busca impedir hackeos y pemitir que haya claridad en el proceso de elecciones. Las máquinas requeridas en la licitación no tendrán acceso a Internet ni enviarán los votos a una red que pueda ser atacada, pues lo único que realiza esta tecnología es imprimir la elección del ciudadano en un formato QR encriptado.
Si el TSJE hubiese optado por las urnas electrónicas, seguramente existiría una perspectiva menos conforme de la ciudadanía y, tal vez, un megáfono estaría llamando a manifestantes desde la plaza de la democracia. Todo esto primeramente porque, en las internas de la ANR en 2006, cuando se utilizó un sistema electrónico y Nicanor Duarte Frutos aplastó a su rival Oscar Domínguz Dibb, no solo los colorados, sino que todos los frentes políticos pidieron que se vuelva a las tradicionales papeletas por la desconfianza hacia los resultados del proceso electoral.
Otra de las razones por las que no conviene elegir las urnas electrónicas es que estas hubiesen implicado una inversión monetaria mayor a los 21 millones de dólares, que figuran en la estimación de precio en la licitación que hace el TSJE actualmente. Según la organización TEDIC, que trabaja con temas sobre ciencia y tecnología, el gasto en esta clase de urnas representaría unos 150 a 200 millones de dólares.
Aún con tecnologías más confiables, la seguridad del pueblo de que las elecciones no favorezcan a un partido político es casi nula porque los ciudadanos simplemente ya no creen en que todo el juego sea limpio. Además, deberíamos preguntarnos qué nos asegura que la programación de las máquinas bobas, a la hora de producir los QR, no puedan ser más inteligentes de lo que pensamos y terminen por enfermar nuestro sufragio.
Por Eliseo Báez (17 años)