Batidos para disminuir la grasa corporal, apretados corsets que apenas dejan respirar y dietas extremas, que garantizan una figura ideal, invaden las redes sociales. Asimismo, influencers, que fomentan un estilo de vida “saludable” a sus millones de seguidores, publicitan productos que no necesariamente contribuyen al bienestar físico y emocional del consumidor.
En septiembre, Instagram endureció sus políticas de uso, ante la difusión de una gran cantidad de publicidades relacionadas a productos milagrosos para adelgazar y cirugías plásticas. Una de las gotas que colmó el vaso, ante este problema virtual, fue la gran polémica provocada por una publicación de la influencer Kim Kardashian quien, hace un tiempo, posteó fotos consumiendo un chupetín que reduce el apetito, recibiendo toneladas de críticas.
Los comentarios negativos surgieron, en primer lugar, por el hecho de que la influencer, en varias ocasiones, se mostró como referente del poder femenino; sin embargo, la celebridad trabaja publicitando a diversas marcas que venden productos para bajar de peso. El año pasado, subiendo una fotografía en sus redes con el epígrafe “mujeres empoderadas empoderan a otras mujeres”, Kim conmemoró el Día Internacional de la Mujer.
“Dobles agentes del patriarcado” y “lobos con piel de cordero” llamó la actriz y activista Jameela Jamil, en una entrevista, a aquellas mujeres que “quizá sin saberlo, siguen dando voz publica a la narrativa patriarcal, sacando beneficio de ella y vendiéndosela a otras mujeres”.
Igualmente, “¿cuánto dinero necesitan estas personas realmente? ¿por qué influencers con cuentas que valen billones de dólares siguen promocionando paletas supresoras del apetito a adolescentes? Su fortuna está construida con sangre y lágrimas de mujeres jóvenes que creen en ellas, las siguen y las ven como las hermanas mayores que nunca tuvieron”, manifestó la activista Jameela, que fomenta en sus redes una imagen corporal positiva.
Bombardeadas con fotos de cuerpos “perfectos” y métodos para conseguir la silueta ideal, muchas adolescentes aprenden que su único valor se encuentra en la apariencia física. La activista y doctora en filosofía estadounidense Lindsay Kite mencionaba en sus redes sociales que “la causa de una imagen corporal negativa no es que solo ciertos cuerpos femeninos son apreciados, sino que este fenómeno se origina porque el físico de la mujer es más valorado que la mujer misma”.
Antes de aportar con tus likes a cuentas pagadas por empresas, que fomentan hábitos poco saludables, deberías cuestionar qué tipo de contenido estás consumiendo y qué beneficios te traerá leer ciertos posteos en Internet. Tu cuerpo no es un adorno que solo tiene la función de verse bien, sino que es el envase que te permite respirar, experimentar diversas sensaciones y vivir, por lo que tiene un valor incalculable que no depende de su forma y apariencia.
De este modo, amar tu físico no significa creer que tenés una figura perfecta, pues valorarlo es saber que tu cuerpo es maravilloso, sin importar su apariencia. Teniendo en cuenta que la vida es corta, ya que cada segundo se desvanece como arena entre los dedos y no hay tiempo para anhelos vacíos, ¿no es preferible aspirar a mejorar un poquito el mundo, antes que soñar con mejorar la forma de tu silueta?
Por Agustina Vallena (19 años)