Entre explotación y abusos, niños navegan en un mar de vulnerabilidad

Dos niñas de entre 10 y 14 años dan a luz por día, los casos de abuso sexual aumentan y la explotación laboral coloca barreras a la educación de los niños.ABC Color

Dos niñas de entre 10 y 14 años dan a luz por día, los casos de abuso sexual aumentan y la explotación laboral coloca barreras a la educación de los niños. Sonrisas y corazones inocentes se hacen añicos, mientras el país acrecenta su deuda con la infancia.

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“Pechos de acero y corazones escalaron py´a guasu y hasta los niños de sangre joven dieron en aras de Acosta Ñu”, declaman los versos de la tradicional composición paraguaya, elaborada por el músico y periodista Federico Riera. Así, entre relatos y versos épicos, la hazaña histórica del 16 de agosto de 1869, en la que miles de niños paraguayos lucharon contra las fuerzas aliadas y murieron en defensa de la patria, marcó a fuego nuestra memoria colectiva.

Si bien en la actualidad los niños del país ya no deben enfrentarse a soldados enemigos en conflictos bélicos, aún luchan todos los días contra la deserción escolar, la explotación laboral y los casos de abuso sexual infantil. ¿Cuándo el Paraguay saldará su deuda histórica con la infancia?

Improvisados duelos para intercambiar la pasión del fútbol con amigos, descansos llenos de regocijo danzando al compás de las vueltas de la cuerda, libros de cuentos que marcan corazones y las ansiosas punzadas de emoción que aguardan por volver a ocupar una silla en el salón de clases envuelven en un halo de inocencia a los más pequeños. Sin embargo, lejos de esta colorida realidad, miles de niños paraguayos se ven forzados a recorrer los oscuros senderos de la vida cotidiana lejos de cualquier escuela.

Según datos de la Unicef, en Paraguay 6 de cada 10 niños y niñas se ven obligados a abandonar la educación escolar, siendo la pobreza la principal responsable de esta problemática. Así, entre sueños rotos y jornadas de aprendizaje vacías, los niños se ven obligados a renunciar a los divertidos cumpleaños con chocolatada y los dulces arullos de mamá, para insertarse prematuramente al mundo laboral.

Transitar en las calles vendiendo golosinas para llevar el sustento a la mesa o agarrar escobas para realizar la limpieza de un hogar ajeno a cambio de ir a la escuela se convierten en las cadenas que sentencian a los más pequeños a sobrellevar sus días en la rutina laboral. Datos de la Unicef revelaron que unos 47.000 niños se encuentran en situación de criadazgo, "una de las peores formas de trabajo infantil".

Por otro lado, las altas cifras de abuso sexual infantil destrozan sin piedad el presente y el futuro de los más pequeños. Como un reflejo de esta problemática, el pasado martes, tres hermanitos de 9, 6 y 2 años fueron rescatados en Ciudad del Este, debido a que eran víctimas de abuso sexual. Según las denuncias, la propia madre de los menores permitía el abuso de los mismos, a cambio de estupefacientes.

En el 2018, la Fiscalía contabilizó 2.608 denuncias de abusos sexuales a menores que, en el 90% de los casos, ocurrieron dentro del ambiente familiar. Como consecuencia de este flagelo social, dos niñas de entre 10 y 14 años dan a luz cada día, una cifra que debería darnos vergüenza como sociedad.

El cortometraje nacional “Con olor a mandarina” hace hincapié en las terribles consecuencias del abuso infantil. Inspirándose en el caso de Felicita Estigarribia, la niña de 11 años que fue violada y asesinada en la zona del Cerro Yaguarón, la cineasta Sandra da Silva lleva hasta la pantalla grande el estado de vulnerabilidad en el que se encuentra la infancia de nuestro país.

¡Necesitamos redoblar esfuerzos! La deserción escolar, la pobreza y las altas cifras de abuso sexual infantil están ganando la batalla, arrebatando las sonrisas a los tesoros más preciados de nuestro país: los niños y niñas.

Por Rebeca Vázquez (18 años)

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