La inestabilidad en las emociones se hace presente de manera incomprensible, manifestándose en actitudes que crean una prisión mental y sentimental para su víctima. Así, un imperceptible sube y baja de estados de ánimo constituye los primeros indicios de una salud mental deteriorada, la cual pide ayuda a gritos, pero es silenciada por lamentables prejuicios y minimizaciones.
De acuerdo a informes de la OMS, resulta indispensable que una persona le preste atención a su salud mental, pues solo así tendrá la capacidad de manifestar sentimientos, interactuar con los demás y trabajar de forma productiva. La inestabilidad emocional se hace notoria, marcando sus pasos dentro del cerebro humano con trastornos de estado de ánimo como la ansiedad y depresión, las cuales “trabajan” con el mismo fin: desgastar la mente.
Dichas consecuencias trágicas tomaron protagonismo el domingo pasado, con el caso de Adelaida Ortiz, quien mató a sus dos hijos y luego se suicidó. La situación se destaca por el inexplicable crimen cometido, quedando en segundo plano la probable causa que desencadenó el hecho.
Lucio Gallardo, marido de la victimaria, comentó que Adelaida sufría desde hace meses una depresión posparto, pero la mujer nunca pasó por ningún tratamiento para estabilizar sus estados de ánimo. Un mensaje de texto fue el anticipo de una macabra escena a la que Lucio debió enfrentarse, pues su esposa le había pedido disculpas, sugiriéndole calma ante lo que vaya a ver cuando llegue a su casa.
Posiblemente, un minimizado cuadro de depresión estalló en acciones inhumanas, dejando entrever la escasa importancia dada a una debilitada salud mental. Otra muestra clara de las consecuencias de una detonación emocional surgió en abril de este año, cuando Miguel Ángel Manfredi mató a su madre y, posteriormente, se quitó la vida; el hombre padecía de depresión y no contaba con ningún tratamiento.
Por otra parte, alargando la lista de víctimas a causa de la carencia de un cuidado mental, la depresión se destacó como complemento en un caso de feminicidio ocurrido en San Lorenzo. Mauricio Garcete mató a golpes a su esposa y luego se suicidó; la hija de los fallecidos había mencionado que su padre sufría de trastornos de estado de ánimo, pero se negaba a recibir atención médica.
Como una endeble torre de barajas a punto de colapsar, el escaso cuidado a la salud mental puede afectar la vida diaria de las personas, desordenado sus relaciones afectivas hasta triturar cualquier fragmento de estabilidad emocional. ¿Es necesario llegar a extremos tan lamentables para dar la debida importancia a una asistencia psicológica? ¿Cuándo comprenderemos la influencia de una buena o nula atención emocional?
Por Macarena Duarte (17 años)