“La cerveza es más barata”: lema de muchos al decidir si compran o no un libro

“Es más fácil ir a la bodega y comprar un pack de cervezas, pues los libros son muy caros” constituye el pensamiento de muchos jóvenes a la hora de decidir en qué gastar su dinero. Lastimosamente, la industria cultural en nuestro país está desvalorada.

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Leer un libro hoy día es un gran desafío para la población juvenil, ya que la adicción a la tecnología y el interés hacia otras actividades hacen que uno ya no tenga suficiente tiempo para dedicarle a la lectura. Pero, bastan solo unos minutos para disfrutar de un viaje a través de los ejemplares que no piden que dediques horas y horas a las historias en papel, sino solamente unos minutos de tu día.

Muchos jóvenes dan la vista gorda a los libros porque en su camino encuentran otras actividades que, quizás, les parecen más interesantes o divertidas; además, el precio de algunos tomos provoca que los lectores digan “mejor me compro otra cosa”. En ese momento, empiezan a salir las excusas de que gastar en bebidas alcohólicas y otros artículos es “la prioridad”.

Sabemos que somos un país donde la cerveza no falta un finde en la heladera y que en lo que menos van a gastar muchas personas es en los libros, pero no estaría mal que, por lo menos, una vez al mes alguien adquiera un ejemplar de autor nacional.

Hace una semana, en el Black friday, se viralizaron unas imágenes que comparaban la oferta de las bebidas alcohólicas versus las promociones de libro; en la venta de cervezas, a menor precio, las personas tenían que formar largas filas para adquirir el producto, mientras que en la librería no hacía falta tanto sacrificio ya que estaban vacías.

A pesar de que los directores de las diversas editoriales del país expresaron que las ventas de libros han aumentado este año, aún no podemos ver lo que realmente esperamos: personas con libros en mano o yendo a comprar cada fin de semana un ejemplar, pues esa condición de vida no todos tienen por el alto costo que los tomos demandan.

Mientras que las bodegas se ven llenas de personas jóvenes cada fin de semana, las obras de Augusto Roa Bastos, Gabriel Casaccia o Josefina Plá están en algún rincón de las tantas librerías que tenemos en nuestro país, esperando a que alguien se anime a leerlas.

Es triste que la industria cultural no sea valorada y que en lugar de que las librerías estén llenas, las bodegas tengan que ser los sitios que tienen pico de venta cada finde. Esperemos que algún día podamos ser reconocidos por ser un país con interés por la lectura y no como “paraguayos, cerveceros cada día más”.

Por Mónica Rodríguez (19 años)

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