“Pemonda kuaa vaerã. Aníke peje pillá...”, la consigna stronista, afirma exiliado de la dictadura

Pablo Aquino es uno de los últimos veteranos políticos que volvieron del exilio tras la Gesta Libertadora que derrocó al stronismo el 3 de febrero de 1989. Perteneció a la Asociación Nacional Republicana en el Exilio y la Resistencia (Anrer) que lideraba Epifanio Méndez Fleitas. Hermano de quien fue activo militante colorado Miguel Ángel Aquino, Pablo dice apreciar la libertad que se vive en nuestro país desde hace 35 años, pero lamenta la corrupción generalizada como la que se ventila en estos días con los escándalos en el Congreso, que se resumen –según él– en una consigna estronista: “Pemonda kuaa vaerã. Aníke peje pillá...”

Sebastián Aquino
Pablo Aquino es uno de los últimos veteranos políticos que volvieron del exilio tras la Gesta Libertadora que derrocó al stronismo el 3 de febrero de 1989. Perteneció a la Asociación Nacional Republicana en el Exilio y la Resistencia (Anrer) que lideraba Epifanio Méndez Fleitas.

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-¿Cuándo se fue al exilio?

- Yo me fui el 24 de octubre de 1959. Me asilé en la Embajada uruguaya, que estaba en la calle España y Estados Unidos. Estuve 15 años en Uruguay y luego pasé a la Argentina, a Buenos Aires.

- ¿Por qué se asiló?

- La persecución política arreciaba. Yo tenía 24 años. Me advirtieron que me escondiera o que me asilara porque si me agarraban me iban a matar. Repartíamos una publicación de Epifanio (Méndez Fleitas) que ya estaba en el exilio desde el 55. Se llamaba “Firmeza”. Se editaba en el Uruguay. Ingresaba en forma clandestina a la capital, vía Clorinda. Repartir ese periódico por lo visto era pecado mortal. Nosotros, como jóvenes, no dimensionamos lo que estábamos haciendo. Cuando no pude esconderme más me asilé para salvar el pellejo.

- La Cámara de Representantes (el Congreso de ahora) ya estaba disuelta...

- El 28, 29 y 30 de mayo del 59 hubo una huelga muy grande. Se reprimió a los estudiantes. Se disolvió el Parlamento. Hubo apresamientos, confinamientos...

- Ustedes pensaron que Stroessner no iba a durar mucho...

- Claro, quién iba a creer que se iba a eternizar en el poder. Estuvo 35 años. Imagínese.

- Epifanio era el enemigo número 1...

- Fue un gran maestro para nosotros. Los que estábamos cerca de Epifanio nunca estuvimos de acuerdo con que un militar se ponga al frente del Partido Colorado. Stroessner era un advenedizo.

- ¿Cuál era su profesión? ¿Ya era casado?

- Yo me desempeñaba como contador público. Tenía mi novia con la que me casé tres años después, en el 62. Yo militaba en el centro estudiantil “Jorge López Moreira” y en el Centro Blas Garay, que estaba en la calle Cerro Corá e Independencia Nacional. Como todos los jóvenes de la época, yo era revolucionario. Hoy los jóvenes son muy conservadores. Viven agachando la cabeza. Uno de mis compañeros apresados, Carlos Agustín Bedoya, les dijo a los policías torturadores que yo era el responsable del grupo. Me citó a mí para evitar que le siguieran torturando. Cuando decidí refugiarme en la embajada fue porque me advirtieron que me iban a apresar para matarme como un escarmiento.

- ¿Es cierto que el exilio es peor que la muerte? ¿Qué piensa hoy?

- No. En esa época no había para pensar dos veces. Era la muerte o el exilio. Yo me asilé. Estuve más de 30 años en el exilio. Con mi esposa Rita Encarnación Salazar, misionera, tuvimos dos hijos, un casal. Ella ya murió. Me acompañó toda su vida. Incluso, renunció a una buena oferta de trabajo en el Uruguay para seguirme.

- ¿Miguel Ángel Aquino fue pariente de usted?

- Era mi hermano. Fue muy activo en la lucha por sus ideales. Como muchos paraguayos, renunció a todos los privilegios que podía tener para seguir el dictado de su conciencia. Por ejemplo, le ofrecieron ser embajador y no aceptó.

- ¿Cuándo regresó usted definitivamente?

- Después del golpe del 89 del general Rodríguez. El golpe fue el 3 de febrero y el 5 ya estaba en Asunción. Viajé enseguida por vía terrestre. Al cruzar Clorinda me esperó la Policía. Me desnudaron. Me hicieron todo tipo de preguntas. La Policía stronista estaba intacta todavía.

- ¿Qué hacía en Buenos Aires?

- Tenía una despensa y rotisería. Vendí todo. Teníamos una añoranza de volver. Tiempo después mi señora me regañaba porque nos apresuramos. Vendimos nuestras cosas al mejor postor para venir a parar a un país que de la dictadura pasó a mandar la corrupción. Es la escuela del “Rubio” (Stroessner) sin el “Rubio”.

- ¿Ustedes pensaron que Stroessner podía caer? Fueron casi 35 años...

- Por supuesto que teníamos esperanzas, porque las dictaduras comenzaron a caer en América Latina desde los comienzos de los ochenta.

- Ya pasaron de nuevo 35 años de postronismo. Vivimos en libertad...

- En libertad, pero con una corrupción institucionalizada, con dirigentes políticos que piensan apenas en su interés personal y no en el bienestar de la gente. La consigna stronista era: “Pemonda kuaa vaerã. Aníke peje pillá...”

- Los exiliados volvieron y aceptaron todo lo que se les dio: cargos en el Gobierno, algo de poder, buenos salarios...

- El general Rodríguez ofreció el poder a los compañeros, pero fallamos. Fracasamos al no exigir hacernos cargo en forma absoluta. Los stronistas se mimetizaron hasta que volvieron a acaparar todo. Pero había que pensar también en que veníamos de una situación difícil. No sabíamos que en el Paraguay la corrupción era generalizada. Quedamos atrapados. El sistema atrapó a los que veníamos del exilio. Nos dejamos embaucar. Fueron muy hábiles los stronistas y sus descendientes. Con poses angelicales nos convencieron. Nos invitaron a ocupar cargos legislativos en el primer período, cargos en el Gobierno. Todos estábamos entusiasmados. Pensábamos que estábamos construyendo el nuevo Paraguay. Había sido que estábamos pisando territorio de gente corrupta disfrazada de demócrata. Muy tarde nos dimos cuenta de que fuimos engañados. Fíjese en este detalle. Se murió Lovera del corazón, Ayala Cantero del corazón, Mario Mallorquín del corazón, Osvaldo Chávez también... Nos metimos en una cueva de ladrones.

- ¿Qué tuvieron que haber hecho ustedes en el 89, si vale una autocrítica?

- Teníamos que haber hecho un acuerdo político. No se hizo. Nos fuimos desordenadamente a ocupar los cargos. Me acuerdo que Caballero Gatti le invitó a Epifanio a entrar al Acuerdo Nacional cuando él iba a Uruguay a su casa de vacaciones. Epifanio no quiso. Su teoría era arreglar primero nuestras cuestiones internas partidarias. A partir de ahí teníamos que lanzarnos a un acuerdo entre todos los paraguayos demócratas.

- Ustedes estaban divididos, los del Mopoco y la Anrer en el Exilio...

- La división se produjo después de una convención a comienzos de los setenta. La Presidencia le correspondía a Epifanio. Se hizo una convención en la Casa Radical, sobre la calle Tucumán, en Buenos Aires. Allí se dividió el Mopoco. Unos cuantos cuestionaron la figura de Epifanio. Hubo hasta una gresca. De esos incidentes nos fuimos a la casa de Osvaldo Chávez. En esa reunión se fundó la Anrer, la Asociación Nacional Republicana en el Exilio y la Resistencia.

- No lo querían como líder...

- Con nosotros estaban figuras importantes: Ostertag, Chávez, Mallorquín y otros más. Después del golpe recién hubo una unión de los dos sectores. Había mucha gente que tenía todavía una posición vertical. Le culpaban a Epifanio de esa situación. Él fue muy combativo...

- ¿Cuándo murió?

- El 22 de noviembre de 1985.

- ¿Qué hubiera pasado si vivía en el 89?

- Yo pienso que iba a ser un líder respetado. Era un líder natural. Iba a encauzar el país hacia la democracia verdadera que todos queríamos para el Paraguay. Cuando tenía 38 años ya le ofrecieron ser Presidente de la República a través de un golpe. El dijo que no.

- ¿Qué pasó con esa militancia comprometida que había antes? ¿No existe más?

- Se desvalorizó completamente. Nuestros políticos de hoy día no conocen la sacrificada vida de los políticos de antes, en la época de Stroessner y de antes de Stroessner. Fuimos miles de paraguayos que pasamos penurias por la persecución y el exilio. Si estos que nos representan hoy supieran mínimamente nuestra historia, tal vez hubieran sido un poco más patriotas y no hacer ese triste papel que nos ofrecen hoy con sus escándalos de nepotismo y conducta rastrera. Yo ya estoy viejo. Tengo casi 89 años. No tengo más nada que remediar, pero me duele ver cómo defraudan sin ningún rubor repartiéndose los fondos públicos habiendo tantos pobres indigentes. De mi parte, herencia ya no puedo dejar, solamente lo que pienso, lo que sueño.

- ¿Cuál es su sueño?

- Sueño en un país moderno, democrático, sin exclusiones, sin ese rumbo torcido que llevamos hoy donde cada uno desde su inmoralidad quiere asegurar su economía personal haciendo vito la plata que pertenece a todos los paraguayos.

- Nadie plantea una autocrítica para enderezar el rumbo.

- Parece que nadie tiene huevos para plantear. Si se cumpliera al menos una parte de la ley 1626, la ley de la función pública, no hubiéramos tenido tanto escándalo. Esa ley es muy buena. Yo participé en su elaboración. Para hacer carrera hay que concursar. Lo que menos se hace aquí es concursar. Los mismos parlamentarios son los que pudren las leyes. Aquí se maneja el dinero público como privado. No es solo la ANR. Hay que hacer un revisionismo histórico para que sepamos qué hicimos mal. ¿Por qué no se castiga a los corruptos?

- La justicia va muy lenta. Hay infinidad de recursos para evitar una condena...

- Acá falta un líder político que critique y ponga en orden las cosas. La falta de castigo alimenta a los corruptos que van adquiriendo más poder a medida que siguen impunes. La impunidad lleva al autoritarismo, y nosotros tenemos que cuidar que el autoritarismo no vuelva nunca más al Paraguay.

- ¿Usted cree que puede volver el autoritarismo?

- No es tan fácil que suceda. A no ser que haya una corriente autoritaria que se imponga en el continente va a ser difícil que arrastre a nuestro país. Por suerte América Latina cambió mucho. En nuestro país necesitamos un Poder Judicial más mbarete, que castigue y encarcele a los sinvergüenzas. Necesitamos una juventud más sensible que reaccione con una militancia más comprometida. Tenemos que sacudir nuestros partidos del mercantilismo.

- ¿Se convirtieron en mercantilistas los partidos Colorado y Liberal?

- Pareciera que siguen vigentes solo gracias al zoquete. Tenemos que buscar dirigentes con una nueva conciencia, que piensen por el país, por la gente, no para llenar su bolsillo. El campesino sufre para subsistir. Hay que darle los elementos necesarios para cultivar, darle garantías, créditos blandos y controlar también la plata que se les da, que no vaya a tirar todo en una carrera de caballos, como hizo ese intendente (de Villa Hayes) con la plata de Fonacide.

- Dicen que la mayor sangría está en las gobernaciones y las intendencias. Se roba indiscriminadamente...

- Hay que crear una dirección de control sobre gastos públicos, que sea independiente del Estado. Cuando eso funcione y se pida los documentos que respalden los gastos, allí van a ver cómo se van a cuidar para no ir a la cárcel. Eso sucede porque no hay control. Cada cual mete la mano en la lata si puede.

La plata del almuerzo escolar, son millones que se están comiendo. Jueces y fiscales deben tener más cojones.

- Ustedes en el exilio hicieron muchas relaciones con los uruguayos, argentinos y brasileros. ¿Porqué de repente son tan agresivos y tienen esa tendencia de querer someter al Paraguay?

- Nosotros, como país mediterráneo sin salida al mar, necesitamos hábiles negociadores en todas las áreas, con ética y moral, que no entreguen nuestras riquezas. Este problema con la hidrovía siempre hubo. Me acuerdo que Epifanio tuvo un contacto directo con Perón para solucionar el problema. Se solucionó. Repito, necesitamos negociadores hábiles. Usted tiene que figurarse al Paraguay como un sandwich entre los dos grandes de Sudamérica.

- ¿Dependemos del capricho de los gobernantes de turno?

- Si no tenemos fuerza tenemos que convencerlos. Los paraguayos también solucionamos algunos problemas que tienen ellos. Lo que pasa es que ellos se olvidan muy pronto. Hay que recordarles, especialmente en tiempo de elecciones. ¿Se acuerda lo que dijo (el presidente Javier) Milei? Dijo que el primer país que iba a visitar si ganaba era el Paraguay. Ganó y seguimos esperando. Ijapu (mintió). Buscó los votos paraguayos, por eso habló así.

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