Del Renacimiento, antesala de la Ilustración, base ideológica del mundo contemporáneo, nos habla hoy el profesor Valentín La Giusa.
La tarde del 15 de febrero de 1894, el anarquista francés Martial Bourdin salió de su habitación alquilada de Fitzroy Street, en Londres. Llevaba una bomba de fabricación casera y una gran cantidad de dinero. Hacía un día soleado, y se subió en un tranvía descubierto, tirado por caballos, en Westminster, que lo llevó hasta Greenwich, al otro lado del río.
La madera es protagonista, tanto en el muro como en el piso de un sector de la galería, que con un sentido lúdico pincela superficies lisas y estampadas en un mix variable que sigue algunos caprichos. Asientos y mesita exponen algunos trabajos torneados.
La modernidad se aprecia desde la fachada, en la que predominan las líneas rectas y el uso de piedra laja que cubre las columnas como un detalle de diseño.
La música y el cine expresan y nutren a un tiempo el imaginario colectivo contemporáneo, pero en ocasiones también lo problematizan, lo cuestionan, lo enfrentan con la realidad y exponen las contradicciones que pueden existir en determinados casos entre una y otro. Así se lee en la página 3 del Suplemento Cultural de hoy, que el lector tiene en sus manos, en un texto que Julián Sorel glosa y critica en el siguiente artículo.
La Modernidad inaugura una era de confusión ontológica, sostiene la filósofa Montserrat Álvarez en este artículo.