En el sistema democrático, los Gobiernos se suceden mediante elecciones periódicas, en las que compiten candidatos y organizaciones políticas de diversas tendencias, ajustándose a ciertos procedimientos previstos en la legislación vigente. Si es así, puede afirmarse que ese pacífico mecanismo de selección, que responde al principio de que el poder político se funda en el consentimiento mayoritario de los ciudadanos, se halla consolidado en el Paraguay de hoy. No se trata de un logro menor, tras una larga dictadura en la que los comicios eran una verdadera farsa; los del último domingo fueron libres y limpios, de modo que la administración de Santiago Peña tendrá una indudable legitimidad de origen. Le aguarda una dura faena, dados los graves quebrantos que sufre el país en diversos ámbitos, entre los que descuellan la salud y la educación públicas, así como la seguridad interna. Deberá enfrentarlos con inteligencia y coraje, para lo cual será imperioso que combata ciertos vicios arraigados en la función pública, como la corruptela, el prebendarismo y la simple ineptitud. Pero, sobre todo, es necesario que impulse con energía la tan demorada reforma del Estado, promovida tibiamente por el actual Gobierno y hasta hoy paralizada en el Congreso.
presidencia
Es imperioso impulsar la relegada reforma del Estado
Ver más