Un cohete Electron de la empresa Rocket Lab despegó de Mahia, en el norte de Nueva Zelanda, con dos nuevos satélites a bordo.
La misma compañía estadounidense ya había lanzado otros dos satélites a principios de mes.
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El director ejecutivo de Rocket Lab, Peter Beck, dijo que estaba “orgulloso” del éxito de estos dos despegues.
La constelación ha podido en consecuencia ser desplegada “a tiempo para la temporada de tormentas de 2023″, dijo en un comunicado.
La NASA completa su constalación ante ciclones
Los satélites son del tamaño de una caja de zapatos y evolucionarán a una altitud de unos 550 kilómetros.
Tendrán la capacidad de pasar cada hora sobre ciclones tropicales -llamados huracanes en el Atlántico Norte, o tifones en el Pacífico-, contra seis horas actualmente.
Las informaciones recogidas por la misión, llamada TROPICS, sobre precipitaciones, temperaturas y nivel de humedad, permitirían mejorar las previsiones meteorológicas.
Se podrá saber, por ejemplo, dónde un huracán tocará tierra y con qué intensidad, lo que ayudará a advertir a tiempo a las poblaciones de los lugares involucrados y organizar eventuales evacuaciones.
La Nasa completa su constelación para pronósticos oportunos
El Centro Nacional de Huracanes (CNH) y el Centro Conjunto de Advertencia de Tifones (JTWC), ambos de Estados Unidos, se beneficiarán notablemente de estos nuevos datos.
“Como residente de Florida sé lo importante que es para millones de estadounidenses contar con pronósticos meteorológicos oportunos y precisos”, dijo el jefe de la NASA, Bill Nelson, en un comunicado.
La constelación iba a tener originariamente seis satélites en lugar de cuatro, pero los dos primeros se perdieron cuando un cohete de la compañía estadounidense Astra sufrió desperfectos poco después de su despegue el año pasado.
A medida que la superficie de los océanos se calienta, los huracanes se vuelven más poderosos, dicen los científicos.
El huracán Ian, que devastó Florida en 2022, se cobró decenas de vidas y causó daños por más de 100.000 millones de dólares, por lejos el desastre meteorológico más costoso registrado en el mundo el año pasado.