El lunes 24 de julio, cuando la nave esté a 280 kilómetros de la Tierra, comenzarán una serie de maniobras que concluirán el viernes 28 de julio con la reentrada. En el caso de que el satélite no se queme por completo en la atmósfera, los fragmentos que queden caerán en una amplia zona remota del Atlántico, según lo programado por la ESA.
Hoy la Agencia ha celebrado una sesión informativa para dar detalles de esta operación "compleja y novedosa", la primera que realiza de este tipo. Según los expertos, en el caso de que no funcione, Aeolus reentrará de forma natural, tal y como estaba previsto en un principio y como hacen muchos de los satélites puestos en órbita actualmente.
Los científicos e ingenieros de la misión han trabajado para calcular la órbita óptima de reentrada en la Tierra y el objetivo es, por tanto, reducir todavía más un riesgo que ya es mínimo. "El riesgo general de reentrada de satélites es ya muy bajo", ha resumido Benjamin Bastida-Virgili, ingeniero de Sistemas de Desechos Espaciales.
El intento, según datos de la ESA, reducirá en 42 veces el riesgo en comparación con una reentrada natural o "descontrolada".
La reentrada asistida consistirá en una serie de maniobras que comienzan el lunes, ha explicado por su parte Isabel Rojo, directora de operaciones de vuelo de Aeolus, con las que, desde Tierra, se programará al satélite para que baje de los 280 kilómetros a los 250.
El jueves 27 de julio se hará una secuencia de maniobras que colocará a Aeolus a 150 kilómetros de la Tierra y un día después a 120.
A partir de ese momento será cuestión de horas que el satélite termine la reentrada; la mayor parte de Aeolus se quemará en la atmósfera a una altitud de unos 80 kilómetros, sin embargo algunos escombros podrían llegar a la Tierra, en este caso al Atlántico.
Este plan de la ESA ha dependido, en parte, de la actividad solar -ahora muy activo-. Las erupciones solares y las eyecciones de masa coronal pueden acelerar la reentrada (aumenta la resistencia de la atmósfera sobre Aeolus), así que se han tenido en cuenta para los cálculos.
Hoy en día las misiones de la ESA están diseñadas de acuerdo a una regulación que requiere que estas se quemen en la atmósfera. Hay, no obstante, un umbral de riesgo (de fragmentos llegando al suelo) por encima del cual las naves tienen que hacer un reingreso controlado desde Tierra.
Para poder reducir el riesgo y estar por debajo de ese umbral, se pueden usar componentes que se queman más en la reentrada, aunque siempre se contempla que algunos escombros puedan llegar al suelo.
Aeolus es anterior a esta norma, por lo que no está diseñada ni tiene la tecnología ni medios -como propulsión suficiente- para una reentrada totalmente controlada en la atmósfera, en la que los fragmentos que no ardieran caerían en un punto concreto elegido.
Pero los ingenieros sí pueden programar una serie de maniobras para un reingreso semicontrolado, ajustando más el lugar de llegada de esos escombros; no sería un punto determinado pero sí una zona amplia.
"Si funciona estaremos reduciendo el riesgo de una reentrada natural y allanando el camino para el retorno seguro de satélites activos que nunca fueron diseñados para un reingreso controlado", según Bastida.
Para Rojo, se trata "de poner la guinda en el pastel". De no poder hacerlo, Aeolus hará lo inicialmente previsto, con una reentrada en la Tierra que en este caso sería un poco más avanzado el mes de agosto.
Lanzado el 22 de agosto de 2018, Aeolus, del tamaño de un coche grande sin los paneles solares, es la primera misión espacial en adquirir perfiles del viento de la Tierra a escala global.
Sus datos son ahora utilizados por los principales servicios de pronósticos meteorológicos, incluido el Centro Europeo de Pronósticos Meteorológicos a Medio Plazo, Météo-France, la oficina meteorológica del Reino Unido, Deutscher Wetterdienst de Alemania y el Centro Nacional de Pronósticos Meteorológicos a Medio Plazo de la India.
Dentro de una década se lanzará una misión operativa de seguimiento denominada Aeolus-2.