Trece cuerdas extendidas de forma horizontal sobre una madera de forma rectangular que funciona como caja de resonancia. Por cada cuerda un puente triangular con el que se afina en diferentes tonos. Así es el koto, un instrumento que tuvo su travesía desde China hasta llegar a Japón, según contó Kurosawa durante su show.
La artista, además de ejecutar piezas de diferentes estilos, también dedicó el tiempo entre tema y tema para hablar sobre el instrumento y su evolución. Además de un show impecable, fue también una clase de historia.
Así como la travesía del koto, que hoy en día puede llegar a diferentes lugares del mundo, fue también el concierto un recorrido por las diversas sonoridades que se puede extraer del instrumento, gracias al virtuosismo de Yumi.
El repertorio estuvo compuesto por temas japoneses tradicionales como “Sakura - Flor de cerezo” y la canción de cuna “Takeda”, donde Kurosawa sacó a relucir la delicadeza de su ejecución, cargada de sensibilidad, emotividad y belleza.
Pero de los sonidos tradicionales de Japón, Yumi llevó al público a otro punto en este viaje, aterrizando en terrenos más modernos, pero llevando siempre la impronta angélica del koto.
La artista presentó así obras propias como “Rapture 3”, “JB Transfer”, “Inner space”, “Journey” y “Thank your lucky stars”. “Tenía miedo de hacer música original porque venía de una familia artística tradicional”, mencionó, pero sus creaciones demostraron que su capacidad compositiva va de la mano con la curiosidad por utilizar cada sonido que puede lograr el koto. Sus temas resultaron ser una experiencia sensorial inmersiva, ya que así como formaba figuras con las notas también lo hacía con el cuerpo, meciéndose sobre el instrumento, como danzando, realzando su presencia etérea.
También agregó efectos desde una computadora, para completar su fusión de koto y tecnología. Tradición y modernidad.
En varios temas participó la violinista Gabriela González, que agregó un color aún más profundo a los temas de Yumi, con una limpia y acertada ejecución.
El final fue emotivo, especial para lo que se conmemoraba con este concierto: el Centenario del Establecimiento de las Relaciones Diplomáticas entre Japón y Paraguay. Así sonó “Furusato”, con las dulces voces del coro de alumnos del Colegio Nihon Gakko. Hizo un bis jazzero con “Summertime”, entre fuertes aplausos.
victoria.martinez