¿Por qué el nombre “Sola con mis monstruos”? era algo que muchos se preguntaban. La respuesta más simple era sobre los grandes muñecos con diferentes formas que acompañaron a la artista en escena, que ella misma los tejió y pintó a mano, y que daban un marco estético como de cuentos.
Pero el significado que solemos dar a la palabra “monstruo” es también por la gran y notable capacidad que tiene alguien de hacer muy bien algo. En este caso ella podría ser calificada como “monstruo” de la canción por su genialidad vocal e interpretativa. Así también su guitarrista Sebastián Aracena, quien intercambió entre guitarras y charango todo el tiempo, fue otro “monstruo” que se llevó el cariño del público.
Mon Laferte es así muchos fenómenos en uno. Una figura que fue ascendiendo a través de los años hasta llegar a estos momentos, donde se encuentra viviendo el éxito gracias a discos con propuestas tan diversas como atractivas. En este concierto ella presentó sus temas, como también algunas versiones, en un encantador formato acústico que permitió al público deleitarse con su prodigiosa voz casi al desnudo.
Habían pasado unos minutos de las 21:00 y ella apareció en el escenario, vistiendo un vestido blanco y una sonrisa brillante, descalza y con su negra y corta cabellera suelta. El público, que ya hervía de ansias con la espera, desató así toda su euforia contenida.
La balada rock “Amor completo” marcó así el inicio de un apasionante idilio entre Mon Laferte y el público paraguayo, al que paseó por una serie de canciones que reflejan la metamorfosis de la artista.
Continuó con “Pa’ dónde se fue”, “Funeral” y “Por qué me fui a enamorar de ti”, temas entre lo folclórico chileno, el bolero y la balada pop, todas desgarradoras, gracias a la gran cuota de dramatismo que ella imprime a su voz y a sus movimientos corporales.
Luego llegó el bolero “La trenza” y el recuerdo a su abuela llamada Norma, a quien ella siempre menciona y quien fue su gran influencia de gustos musicales. Aunque si bien Mon explora sobre el bolero, el son o las baladas latinas, logra imponer su esencia y es eso lo que la hace resaltar de otras propuestas.
“Vendaval”, con aires de vals, seguía en el repertorio, siendo esta otra gran descarga de intensidad vocal. Se dio después una de las interacciones con el público más aplaudida, ya que para “Caderas blancas” compartió escenario con dos fans, una joven y una niña, demostrando así también el amplio espectro de público que sigue a Mon.
El pedido de amor “Si tú me quisieras” antecedió a otro punto cumbre del concierto, el momento de las versiones, donde además de apropiarse de canciones emblemáticas de diferentes puntos del mundo, también hizo gala de los matices y el excelente manejo de transiciones tonales que puede dominar con su voz.
Así hizo “El gavilán”, de Violeta Parra, “La vie en rose”, de Édith Piaf, y sorprendió con “Recuerdo de Ypacaraí”, de Demetrio Ortiz y Zulema de Mirkin. “La cantaba mi abuela cuando era niña”, dijo entre risas y el aplauso del público que la ovacionó de pie.
De este trance por el que hizo viajar a la gente con su voz y por el mundo, llegó la “Cumbia para olvidar”, que bailó acompañada de niños y adolescentes en el escenario. El poder latino siguió con el nuevo y contestatario reggaeton “Plata tatá”.
Así, de ese modo bailable en el que sumergió a las almas presentes en el Teatro Guaraní, se vino el último tramo del show entrando en una vorágine de apasionadas canciones tanto de amor como desamor, como las dulces “Flaco” y “Paisaje japonés”, donde al mismo tiempo irradia un desahogo; y las sufridas “Quédate esta noche” y “Tormento”.
“Amárrame”, tema que ella canta con Juanes, fue compartido seguidamente con otro fanático, que puso su voz a las partes del colombiano. “Mi buen amor” sería el punto final, pero claramente el público no dejaría ir a la artista, quien guitarra en mano y rodeada de sus monstruos se entregó a “Tu falta de querer”, coreada con gran intensidad por la gente que la despidió entre aplausos y gritos, esperando desde ya otro regreso de esta artista al Paraguay.
Cabe resaltar que como antesala al show de Mon, el dúo Purahéi Soul, conformado por Jennifer Hicks y Miguel Narváez, abrió la noche por todo lo alto.
La dupla artística que se complementa a la perfección en escena brindó temas propios como “Swing Guaraní”, “Luna” y “Arbolito seco”. Fueron así un acierto como teloneros, concordando en cuanto a lo artístico y estético, haciendo de esta una de esas noches musicales completas y únicas.
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