Municipalidad presta miserable servicio, pero aumenta remuneraciones a la clientela

Como si la Municipalidad de Asunción viviera tiempos de bonanza, con la proverbial generosidad de sus autoridades con el dinero del contribuyente, acaba de aprobar aumentos para sus funcionarios, mientras debe prestar dinero de los bancos para pagar los salarios de su sobrecargado personal. En efecto, cada año, la Municipalidad se endeuda para cubrir el costo que implican sus más de ocho mil “trabajadores”, a costa de las tan necesarias inversiones en bienes y servicios. Más aún, emite bonos para amortizar los créditos contraídos por igual motivo, incurriendo en un infernal círculo vicioso, la “bicicleteada”, que sería insostenible para una empresa privada.

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Como si la Municipalidad de Asunción viviera tiempos de bonanza, con la proverbial generosidad de sus autoridades –incluyendo el recientemente asumido Óscar “Nenecho” Rodríguez– con el dinero del contribuyente, acaba de aprobar aumentos para sus funcionarios, mientras debe prestar dinero de los bancos para pagar los salarios de su sobrecargado personal.

En efecto, cada año, la Municipalidad se endeuda para cubrir el costo que implican sus más de ocho mil “trabajadores”, a costa de las tan necesarias inversiones en bienes y servicios. Más aún, emite bonos para amortizar los créditos contraídos por igual motivo, incurriendo en un infernal círculo vicioso, la “bicicleteada”, que sería insostenible para una empresa privada. De hecho, los “déficits temporales de caja”, previstos en la Ley Orgánica Municipal (LOM) se vuelven de carácter permanente, debido a la irresponsabilidad del intendente y de los concejales, más interesados en satisfacer los intereses monetarios de sus respectivas clientelas antes que los legítimos de los contribuyentes.

Lo decisivo es mantener contentos a la multitud de ineptos, corruptos y haraganes que saturan al Presupuesto municipal, en retribución a los servicios prestados como “operadores” en las elecciones internas y municipales. Los ediles ya sabrán retribuirse a sí mismos, controlando el Mercado de Abasto, el Mercado Municipal Nº 4, la Terminal de Ómnibus o la Policía de Tránsito, entre otras dependencias apetecibles, aparte de gozar de la recompensa que conlleva avalar licitaciones públicas amañadas y con sobrecostos. En la Municipalidad capitalina, el dinero ajeno –administrado con fines particulares– es un poderoso caballero al servicio de las autoridades electas, así como de los funcionarios y contratados. Sin reclamar nada a cambio, los vecinos se limitan a pagar sus tributos para que sean repartidos según el leal saber y entender de los recaudadores.

Quienes suelen reclamar son los instalados innecesariamente en el Presupuesto, sin haber demostrado más méritos y aptitudes que la amistad, el parentesco o la condición de “operadores políticos” de los jerarcas, o algún vínculo afectivo con los mismos. Estos sí que son exigentes, como si prestaran un buen servicio a la comunidad, tanto que el último jueves presionaron en horas de trabajo para que los ediles aprueben la promesa de un aumento salarial, hecha en vísperas de las elecciones municipales para apuntalar la candidatura de Óscar “Nenecho” Rodríguez (ANR).

Los chantajistas y sus complacientes “víctimas” se salieron con la suya, gracias a la connivencia de la “oposición”, que también cuenta con su clientela parasitaria. En efecto, primero, la Junta Municipal aprobó por unanimidad un aumento salarial del 3%, llamado “equiparación”, que implicará erogar el año próximo 21.930 millones de guaraníes adicionales; además, otorgó un aumento del 8,3% a un total de 7.700 funcionarios y “jornaleros”, lo que conllevará 25.000 millones de guaraníes más en gastos de personal. En suma, los contribuyentes asuncenos desembolsarán 46.930 millones de guaraníes más, a cambio de un servicio que seguirá siendo tan miserable como el de hoy, porque la Intendencia y la Junta Municipal solo actúan en su propio favor y en el de un plantel superpoblado, ineficiente y podrido: les interesa mucho mantenerlo contento, aunque ello suponga invertir 21.555 millones de guaraníes menos en la construcción y el mantenimiento de obras, según se resolvió por diez votos contra siete. El presidente de la Junta Municipal, Luis Bernal (ANR), no está seguro de que la Municipalidad pueda cubrir los nuevos gastos en materia de personal; por su parte, la ciudadanía puede estar cierta de que serán solventados con la habitual emisión de bonos, es decir, con el endeudamiento creciente, que agudizará la crisis financiera y que alguna vez habrá que pagar.

Mientras tanto, los mercados continuarán siendo una roña y focos de corrupción, las calles de la ciudad seguirán intransitables, los agentes de Tránsito continuarán recaudando para la corona en vez de contribuir con la circulación de los vehículos, entre otros servicios pésimamente prestados por la Municipalidad. Por su parte, el intendente “Nenecho”, que asume por segunda vez al frente de la Comuna asuncena y sobre quien pesan graves indicios de corruptela durante su administración anterior, está más que tranquilo, al parecer porque se cree por encima del bien y del mal, confiado tal vez en que sus padrinos políticos lo sacarán indemne de las sospechosas operaciones en que se ha metido. A este paso, su caso va al oparei.

Lo acontecido revela que de los recién elegidos solo se puede esperar más de lo mismo que la población asuncena viene sufriendo desde hace largos años: un intendente y una mayoría de ediles que están, sobre todo, al servicio de sí mismos y de sus seguidores empotrados en el Presupuesto municipal. Allí no hay “oficialismo” ni “oposición”, sino un contubernio general, con muy pocas excepciones, en perjuicio de la sufrida comunidad, que debería hacer mucho más en defensa de sus derechos abiertamente conculcados por las acciones u omisiones de las autoridades electas y de los funcionarios apadrinados. Es lógico que a la Municipalidad le falte dinero, pues le sobran ladrones nombrados, contratados o elegidos, en todos los niveles. Las víctimas deberían tratar de reducir los costos de la deplorable decisión tomada el 10 de octubre, recurriendo a los mecanismos de participación ciudadana, repudiando esos atropellos mediante movilizaciones firmes y perseverantes, dentro de la ley, y denunciando, incluso ante el Ministerio Público, las previsibles corruptelas que se cometen permanentemente. Hay mucho que hacer para impedir o atenuar el duro impacto de que la capital del país vuelva a tener un Gobierno local de semejante calaña.

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