Educación en peligro de derrumbe

En una escuela no muy lejos del río Paraguay, en una de las zonas más pobres de Asunción, una alumna cumplía durante el último intenso frío envuelta en una frazada con el ritual de asistir a clases. Apenas asomaba la nariz y por debajo se la veía tiritar. Tiene frío, y es lógico: el termómetro marcaba menos de 10 °C y  su “aula” no tiene paredes, es solamente un tinglado por donde corre el viento. Lastimosamente, este caso no es una excepción. Imágenes parecidas se suelen ver a lo largo y a lo ancho del territorio nacional. En esta ocasión es el frío, otro día puede ser la lluvia y muchas veces el sofocante calor. Muy pocas escuelas públicas están en condiciones óptimas para estimular el desarrollo integral de los alumnos.

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En una escuela no muy lejos del río Paraguay, en una de las zonas más pobres de Asunción, una alumna cumplía durante el último intenso frío envuelta en una frazada con el ritual de asistir a clases. Apenas asomaba la nariz y por debajo se la veía tiritar. Tiene frío, y es lógico: el termómetro marcaba menos de 10 °C y su “aula” no tiene paredes, es solamente un tinglado por donde corre el viento.

Estaba volcada sobre una mesa y todo su esfuerzo se enfocaba en no congelarse. Son condiciones en las que no queda margen para aprender nada; primero está la supervivencia, y el aprendizaje pasa a segundo plano. Su imagen sería tapa de nuestro diario al día siguiente, pero no estaba sola en la desgracia de ser alumna en una escuela pobre en un país al que no le importan sus niños.

Lastimosamente, este caso no es una excepción. Imágenes parecidas se suelen ver a lo largo y a lo ancho del territorio nacional. En esta ocasión es el frío, otro día puede ser la lluvia y muchas veces el sofocante calor. Muy pocas escuelas públicas están en condiciones óptimas para estimular el desarrollo integral de los alumnos. En realidad, la mayoría no llega siquiera a la categoría de aceptable.

En cambio, las hay en malas condiciones, siempre con déficits. O peor, a punto del desplome, como ocurre en la escuela María Felicidad González, también en la capital del país, donde a falta de ladrillos y voluntad el MEC tuvo que cerrar un pabellón entero por peligro de derrumbe.

Una parte de la responsabilidad de esta tragedia la tienen los políticos conservadores, que en pleno auge proselitista previo a las elecciones presidenciales se colgaron del discurso “provida y familia” para oponerse a la donación de la Unión Europea, con la absurda admonición de que propugnaba la “ideología de género”.

Como resultado, hoy el país no cuenta con esos fondos y en consecuencia hay muchos menos recursos para infraestructura en las instituciones educativas. Concretamente, el presupuesto para construcción de aulas del Ministerio de Educación y Ciencias es de cero guaraníes, según el director de Infraestructura de la cartera estatal, Víctor Villasboa.

Esto significa que el problema actual de infraestructura educativa no se va a solucionar. Ni este año ni a mediano plazo.

Otra gran paradoja del sistema educativo en lo que respecta a infraestructura edilicia es a lo que en términos pugilísticos se alude como patear al que está en el suelo. Y es justo lo que hace el MEC, obligado por ley, cuando no da recursos a las escuelas y colegios asentados en terrenos que no están titulados a favor del Estado paraguayo.

Puede que estas disposiciones se fundamenten en una premisa lógica de cuidado de los recursos públicos. Pero al final, el resultado es que se termina castigando a los más desprotegidos de todos, los alumnos más pobres, matriculados en escuelas de las zonas más precarias, que se fundaron para dar respuesta a la demanda, en terrenos que no son del MEC.

Si bien el Estado las reconoce y paga los salarios de los docentes, castiga a los niños con un entorno miserable que los despoja de toda dignidad, al negarles recursos para que estudien en condiciones básicas decentes.

Esto es lo que pasa en el caso de la escuela de la niña de la frazada. Probablemente ella nunca haya escuchado hablar de la “ideología de género”, de la Unión Europea, del presupuesto, de los impedimentos legales para construir en terrenos que no son del MEC. Pero la que no puede agarrar el lápiz para escribir porque tiene los dedos ateridos es ella, como los tienen otros miles de alumnos que van a escuelas olvidadas por quienes deben velar por su bienestar.

Un cambio de autoridades siempre renueva las esperanzas de que la situación mejore, y es eso lo que espera toda la sociedad del gobierno que asumirá el próximo 15 de agosto.

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