“Estamos en una mesa de diálogo, creemos que es posible pacificar el país”, indicó el ministro de la Presidencia, Jerjes Justiniano. En el diálogo participan delegados del gobierno de la presidenta interina Jeanine Áñez y congresistas del partido de Morales.
“Venimos a pacificar el país”, declaró ayer, en otro momento, el nuevo ministro de Defensa, Fernando López Julio.
La Paz amaneció por segundo día casi en completa normalidad, aunque las clases universitarias están suspendidas y muchos padres prefieran no enviar a sus hijos a las escuelas por temor a hechos de violencia.
Parte considerable del transporte público operaba, incluido el teleférico, pero los accesos a la Plaza Murillo, donde se encuentra la casa de gobierno, seguían cerrados por barricadas custodiadas por la policía.
En la zona sur de la ciudad, se habían retirado todas las barricadas que por más de tres semanas obstaculizaron el tránsito como parte de las protestas para conseguir la renuncia de Morales, primer presidente indígena de Bolivia, quien gobernó casi 14 años.
En la tarde del miércoles el intento de volver a la calma se vio alterado en La Paz con la llegada de una marcha de partidarios de Morales desde la vecina ciudad de El Alto, desatándose choques con la Policía.