En primer lugar está la filtración de datos de cientos de miles de ciudadanos sin que hasta el momento se puede saber quién es el responsable, porque debe haber una o varias personas que permitieron que esto sucediera a no ser que el robot Sofía haya estado dando vueltas por el municipio.
Aunque las comparaciones son odiosas, viene al caso mencionar que dos semanas atrás la Autoridad de Competencia y Garantía del Mercado de Italia informó que le impuso dos multas “al gigante tecnológico Facebook por un valor de 10 millones de euros por divulgar los datos de sus usuarios para fines comerciales y sin informarles”. Si alguien está interesado en saber a cuánto equivale esta suma en guaraníes, y si tiene suficientes ceros en la calculadora, pues multiplique 10 millones por siete mil. Le dará un 7 seguido de diez ceros: vale decir, setenta mil millones de guaraníes.
Gracias al “descuido” de los responsables del municipio, porque tiene que haber alguien que sea responsable, se pusieron en la red datos de miles de personas físicas y jurídicas que incluyeron: nombres y apellidos, domicilio, número de teléfono, de documento de identidad, del Registro Único del Contribuyente (RUC), vehículos de su propiedad, matrículas de los mismos, fechas de inscripción, marca, modelo, año de fabricación combustible utilizado.
Esta información, que debe ser considerada como “sensible“, en manos de gente poco honesta, es más peligrosa que un arma de fuego. Ni qué decir en manos de quienes se dedican a vender cosas a través de Internet o pasar publicidad. Les ha llovido del cielo una información que podrán explotarla a su gusto y paladar. Que se vean los afectados cuando comiencen a ver que su buzón se les llena de publicidad no deseada, de ofertas “únicas y tentadoras” de toda clase de mercachifles. El regalo de Mario Ferreiro puede competir con el de los Reyes Magos, aunque estemos a mediados de julio y no a comienzos de enero.
A ello hay que sumarle el problema de los taxistas que carecen de cualquier tipo de reglamentación a pesar de las muchas veces que se expuso del problema. Esto siempre se dejó para después, para “mañana“, para otro momento. Y a esto se ha llegado. Y lo que está funcionando en cualquier parte del mundo, aquí no puede ser, porque “somos diferentes”. Es el mismo caso de los cuida-coches y los limpia-vidrios. Se los deja hacer, no se les presta atención, hasta que el problema adquiere dimensiones gigantescas y la solución se vuelve poco menos que imposible.
¿Quién pagará las consecuencias de todo este desorden? ¿Los políticos que se mueven en automóviles y combustible pagados por el Estado? Es decir, por nosotros. No, quienes pagarán son los ciudadanos de a pie, vale decir, la mayoría, los ciudadanos comunes, los que no gozamos de ningún tipo de privilegio, franquicia o regalía; los que no tenemos la posibilidad de dejar para mañana lo que debemos hacer hoy.
jesus.ruiznestosa@gmail.com