Paraguay fue castigado en ese entonces con la “cláusula democrática del Mercosur” por haber enjuiciado políticamente a Fernando Lugo. La susodicha cláusula determina la exclusión de un país donde se considere que hay un quiebre del orden democrático, por lo cual, con el aliento sobre todo de Argentina (Cristina Fernández de Kirchner), Brasil (Dilma Rousseff), Venezuela (Hugo Chávez y Nicolás Maduro) y Ecuador (Rafael Correa), Paraguay terminó castigado. Y excluido.
La reunión donde iban a enjuiciar a Paraguay en aquel lejano junio del 2012 se realizó en Mendoza, donde la noche antes del 29 de junio arribaron los primeros gobernantes. Por fuera de la sede, quedaron registradas en fotos la humillación al representante paraguayo. Por dentro de la sede, los gobernantes que llegaron primero fueron “agasajados con una cena en la bodega Escorihuela (del grupo Catena), y pudieron aliviar las tensiones con un vino President’s Blend y un chivito a las brasas” (Clarín, 29 junio 2012).
La mañana del jueves último se nos volvió a atravesar en el camino la mentada cláusula democrática del Mercosur. Con un duro comunicado, la Cancillería brasileña nos recordó
–como quien no quiere la cosa– una “cláusula” dolorosamente inolvidable para los paraguayos. Es decir, por defendernos de la entrega de la soberanía energética al Brasil, el mismo Brasil nos “refrescó” la memoria con la expulsión prevista en la cláusula.
Cual moderno imperio, no necesitan recordar al Paraguay que convive con un vecino poderoso. Gobernantes anteriores a Bolsonaro ya nos lo recordaron varias veces, en varias épocas, al formar parte de alianzas que causaron todo tipo de despojos en la población, en la economía, en las rentas energéticas y en decisiones unilaterales. Lo sabemos por experiencias de guerras distantes y por tratados injustos recientes.
Si históricamente hemos padecido gobernantes y negociadores entreguistas, diplomáticos vendepatrias y mediadores pusilánimes, esta crisis debe servirle al actual gobernante brasileño para comprender que este país de envase pequeño empieza a guardar grandes ciudadanos.
Que la lección le sea provechosa y aprenda que ya no estamos dispuestos a más renuncias, traiciones ni aprovechadores. Estamos alertas con la renegociación de Itaipú en el 2023, hay derechos energéticos mucho tiempo postergados para el lado paraguayo de la hidroeléctrica más grande del mundo.
Que la lección les sea provechosa también a los vendepatrias de este lado del río, ya sean políticos, autoridades, comerciantes, industriales o pescadores de río revuelto; hay una ciudadanía hastiada de tanta entrega. De momento, recuérdenlo:
ESTE PAÍS NO SE VENDE.
¡ESTE PAÍS SE DEFIENDE!